–¿Aún
tienes la ropa mojada?
–Un
poco – Natalia pasó las manos por los tirantes de la camiseta,
comprobó el grado de humedad y después se peinó el pelo con los
dedos–, pero empiezo a secarme.
Hacía
rato que Dani no se sentía abrumado por la extensa carretera de
cinco carriles que discurría recta hasta perderse en el horizonte.
Si fijaba la vista en un punto lejano, le parecía que las montañas
Californianas adoptaban un matiz apagado bajo el fuerte sol. Y sin
embargo, no lograba deshacerse de una tensión que le nacía de
dentro y lo obligaba a agarrar el volante con los puños apretados.
–¿Vas
bien?–le preguntó Natalia levantado ligeramente las gafas de
sol–.Te veo tenso, te vas a hacer daño en la espalda si conduces
así.
–Estoy
bien, tranquila. Es que no conozco el sitio y ya está, pero me
acostumbraré.
La
chica ahogó una risa y aparcó el tema. Se había acostumbrado a las
inquietudes de Dani. Sabía que necesitaba sus
periodos de adaptación, en
cierto modo se trataba de
llegar
a dominar
la situación. Era mejor no insistir. La experiencia le había
demostrado que tratar de confortarlo con palabras agradables nunca
funcionaba. Porque Dani necesitaba crear su propia seguridad.
En
un intento de adelantar al coche que tenían delante, Dani observó
por el retrovisor. Divisó una furgoneta blanca que se les
aproximaba, y al fijarse en el conductor encontró a un chico
pelirrojo muy joven. No viajaba solo, y tuvo la impresión que se
trataba de uno de esos grupos de universitarios que deciden recorrer
el país en furgoneta. Cuando estuvo más cerca, el vehículo le
pareció enorme.
En este país todos los coches son monstruos,
pensó, están
hechos para esta gente tan enorme.
–...con
la de mierda que comen no me extraña sean enormes–dijo en voz
alta.
–¿Qué?
–Nada,
pensaba en voz alta–y sin apartar la mirada del retrovisor mostró
un deje de frustración–. Venga pelirrojo, ¿vas a pasar o no?
Dani
trató de frenar, pero su mente olvidaba a veces cómo funcionaba un
coche automático y la sensibilidad de Chrevolet alquilado, y al
presionar con un poco más de fuerza el frenazo resultó un tanto
violento. Natalia se incorporó hacia delante, pero el cinturón de
seguridad la retuvo.
–Perdona,
cielo–dijo Dani poniendo una mano sobre su pierna–.¿Te has hecho
daño? No acabo de dominar este coche.
–Estoy
bien, estoy bien. No pasa nada.
Cuando
la furgoneta hubo adelantado, Dani se colocó en el carril izquierdo.
–Si
vemos una gasolinera deberíamos parar, no quiero que comience a
hacerse de noche y que nos quedemos tirados.
–No
vamos a quedarnos tirados–rió en un tono que sonaba más a
obviedad que a burla–, el depósito está casi a la mitad.
–¿Y
si no encontramos una gasolinera después? ¿O si no la vemos porque
está oscuro?
–Vale,
vale, como quieras. Pararemos, y de paso podríamos comer algo,
empiezo a tener hambre y aún queda mucho para llegar a San
Francisco.
–Me
parece bien, ¿qué tal tu ropa? ¿Sigue mojada?
–Mi
ropa sigue igual que hace dos minutos– y esta vez, en la voz de
ella sí había un deje de impaciencia.
Natalia
se acomodó en el asiento, y fijó la mirada al otro lado de la
ventanilla. A pesar del aire acondicionado podía notar la ola
ardiente del exterior. En parte porque la había sufrido, y porque
la vegetación mostraba un color apagado, arenoso, casi chamuscado.
Apoyó la cabeza en la ventanilla y cayó en un estado de sopor. Al
rato, la voz de Dani la devolvió a la realidad.
–Un
área de servicio, Natalia. ¿Quieres que paremos?
Abrió
los ojos con lentitud. Lo primero que divisó fue la señal amarilla
de la gasolinera y después la entrada a un Burger King.
–Vale,
sí.
Dani
tomó la siguiente salida y al poco ya se encontraban en el interior
del área de servicio.
–Por
dios, qué grande es esto– comentó ella.
El
recinto, sin tener en cuenta la gasolinera, albergaba unos pocos
edificios de techo plano, de los cuales la mayoría eran restaurantes
de comida rápida. Aun así, no había demasiada gente merodeando por
allí y las distancias entre los locales eran tan amplias que Dani y
Natalia no pudieron evitar un ligero sentimiento de desolación. Los
pocos coches que se habían desviado había ido a parar a la
gasolinera, y en consecuencia ésta había cubierto su cupo de
servicio. Entre los coches que esperaban, Dani divisó la furgoneta
blanca en la que viajaban los estudiantes
–¿Tienes
hambre? –dijo él al ver que la gasolinera estaba al completo–.Te
diría de comer primero y luego ya repostaremos.
–De
acuerdo, como veas.
Natalia
se quitó las gafas de sol y se las colocó en la cabeza, como si
fuera una diadema.
–¿Qué
te parece el Burger King? Tampoco hay mucho más.
Dani
no respondió, se limitó a circular por el recinto con la lentitud
que requiere una buena inspección. Natalia no interpretó el
silencio de Dani como una negativa, sino como una indecisión. Esperó
que él
se situara, quizás daría dos vueltas antes de decidir.
–Entonces,
¿Burger King?–preguntó al poco.
Entre
una tienda de ultramarinos y un Starbucks, Dani había divisado un
local alargado que daba la impresión de pretender pasar
desapercibido. El marrón desgastado de las paredes le daba un aire
de cabaña vieja. Junto a la puerta, dos grandes cántaros mejicanos
flanqueaban la entrada rojiza.
–¿Ese?
Estás de broma, ¿no? Pero si no hay nadie, el aparcamiento está
vacío.
–Por
eso mismo, nos atenderán rápido.
Dani
condujo hasta quedar a una distancia que le permitiera una mejor
inspección. No solía preocuparle el estado deteriorado de las
cosas, Natalia era mucho más esnob que él en esos temas.
Durante
unos segundos observaron el local por el cristal trasero del coche.
Unas cortinas que parecían espesas impedían divisar el interior.
–¿Estás
seguro de que no está cerrado?
–En
el cartel pone que está abierto, ¿ves? Open.
–Pues
a mí no me gusta.
–¿Qué
no te gusta?
–Me
da mal rollo.
–Natalia,
no te puede dar mal rollo sólo la entrada.
–Bueno...no
sé.
–Al
menos vamos a echarle un ojo. ¿No estás harta de tanta
multinacional de comida basura?
–...sí...pero
no sé si esto va a ser mejor.
Bajaron
del Chrevolet, y prácticamente cerraron la puerta al unísono. En el
exterior, el sol alto abrasaba el suelo.
–Espera–dijo
Natalia como si recordase algo–. Voy a coger ropa para cambiarme en
el baño. ¿Puedes abrir el coche?
–¿Ahora
vas a cambiarte?
–Mejor
eso que esperar a que se me acabe secando.
–Deberías
haberte cambiado en los baños públicos.
Te
he dicho que te cambiaras allí.
–Y
yo te he dicho que estaba sucio y que me daría asco si la ropa cae
al suelo.
Natalia
abrió la maleta y al poco había extraído la ropa interior, unos
vaqueros largos y una camiseta de manga corta muy sencilla.
–¿Llevas
las bragas y el sujetador en la mano?
El
tono sonó desesperado,
–Los
he tapado, tranquilo – contestó molesta–. Deja de reñirme,
nadie lo va a ver.
–Yo
no te riño.
–Sí
lo haces, todo el rato, y no dejas de quejarte.
Dani
puso los ojos en blanco, no porque pensase que Natalia exageraba sino
porque conocía el proceso de las discusiones. Él apretaba y
apretaba, hasta que ella se cansaba, se enfadaba y se pasaba de
morros lo que quedaba del día.
Natalia
subió los peldaños con decisión, quizás más guiada por la poca
paciencia que le quedaba. Bajo el cartel azul con letras blancas
donde se leía Push,
encontró un
tirador
de madera y empujó.
Anda, qué curiosidad. ¿De dónde vienen y adónde van? ¿Son pareja, hermanos, amigos...? ¿Y qué ocurrirá en el extraño local?
ResponderEliminarMe gusta, me gusta!
Un besito!
Jaja me alegro de que te guste! No tarderé en publicar la segunda parte :)
EliminarBonito relato, cargado de incógnitas, como a mi me gusta. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias guapa! :))
EliminarA ver cómo continúa. Todavía no puedo hacerme una idea bien. Por ahora parece ligero y escrito a través de escenas presentes, como me gusta para que se visualice lo que ocurre. Ya te seguiré leyendo. Un beso, María.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me alegro de que te guste! Un besito :)
EliminarOye, pero no nos dejes así!! jajaja Me encanta!
ResponderEliminarJajaja muchas gracias!! :))
EliminarCreo que tus protagonistas no saben o han decidido obviar que no se debe entrar en un local que está vacío cuando los aledaños están llenos. Si no hay nadie, por algo será.
ResponderEliminarEsperaré la continuación.
Un beso.
Jajaja es verdad, de hecho a ella ya no le gusta mucho! Muchas gracias guapa
EliminarUn besito Paloma :))
Qué buena pinta tiene tu nuevo relato, María. Para empezar la ambientación es la mar de interesante, te has ido nada menos que a Norteamérica. ¡Me encanta! Espero con impaciencia a ver qué hay tras las puertas de ese restaurante "misterioso" y cómo continúa la historia :))
ResponderEliminar¡Un beso grande!
Guapa, este verano estuve por allí y tuve tiempo para inspirarme :)
EliminarMe alegro de que te guste! Un bestio
Hola María, vaya ambientación más a la americana has presentado en el relato. De Giro al infierno pasando por Abierto hasta el amanecer, puedo esperar cualquier cosa en esta historia que has dejado con un hilo de buen suspense. Veremos lo que sucede. Una abrazo.
ResponderEliminarAmericana 100% jajaja la verdad es que pretendía escribir una única historia, pero me quedó un poco larga, y pensé que lo mejor era dividirla en 3 partes, ya no por la extensión, sino por el escenario y argumento. No tarderé en publicar el resto :))
EliminarUn besazooo!! :))
¡Ay! ¿Qué habrá detrás de la puerta? Una primera parte que transmite una inquietud por una amenaza latente, una verdad oculta que barrunto está a punto de mostrarse para desgracia de la joven pareja. Desde luego que esas enormes carreteras norteamericanas pueden resultar amenazadoras con solo pensar en quedarte sin gasolina en mitad de la nada. Un abrazo!!
ResponderEliminarSí! Además el cine nos ha enseñado a respetar la América produnda jejje me alegro de que te haya gustado :) un besito David!
EliminarA ver cómo acaban esos dos. Me encanta como va la historia. Desde luego, raro tiene que ser el sitio para estar vacío en un área de servicio en Estados Unidos. Yo no entraría ni loca.
ResponderEliminarToda una road movie literaria, por ahora.
Un beso.
Yo tampoco entraría! Ya es en una simple terraza para tomar algo que no me gusta elegir la más vacía, imagina en la América profunda...jajaja un besote
Eliminar¡Qué buena primera parte María! Nos dejas con una sensación de querer más, ¿qué les pasará a estos chicos? Le has dado un suspense genial que te hace leerlo de un tirón y como siempre clavas los diálogos, supernaturales.
ResponderEliminarA ver qué nos depara la historia...
Un besazo guapa.
Muchas gracias guapísima! Me alegro de que te guste :))
EliminarMe ha encantado esta primera parte, María! Los personajes me parecen muy bien construidos replanteas muchas incógnitas, además, me lo he leído del tirón sin darme cuenta. A ver como continuas la historia! Volveré para descubrirlo! Un abrazo! ; )
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario tan amable! Un besito :))
EliminarUy uy uy, esta historia me está encantando pero tengo presentimiento de que algo no muy bueno va a pasar, si no entre ellos, con ellos.
ResponderEliminarDescribes de maravilla la situación, transcribes los diálogos de forma que suena muy real (incógnita: ¿por qué lleva ella la ropa mojada?) ¡todo resulta fascinante!
Espero con ansias la continuación, María.
Un beso.
Jajaja la ropa mojada!! Muchas gracias Chelo por pasarte y comentar!! Un besazo :))
Eliminar!Wow! Me enganchó tanto esta primera parte, que me la leí sin parpadear. Me encanta la trama y el abordaje de sus personajes en ese misterioso suspenso. Por dios, que habra detras de esa puerta, y lo peor que pasara? Estaré al tanto de la segunda parte.
ResponderEliminarUn abrazo!
Guapísima muchas gracias!!! Me alegro de que te guste! Tú, que eres la reina de la intensidad y la emoción! Un besazo
EliminarHola María, interesante inicio y miedo da saber qué encontrarán detrás de esa puerta.
ResponderEliminarAbres muchos misterios, con ganas de saber cómo continuarás.
Saludos
Muchas gracias guapísima, acabo de publicar la segunda parte :))
EliminarUahuuu! Muy bueno María, nos llevas con tu relato como en una road-movie por esas interminables carreteras americanas y nos has dejado en ascuas!! Qué pasará? ¿por qué elegir justo el más cutre y más intrigante de los locales? Bueno... voy corriendo a leer la segunda parte.
ResponderEliminarBesazos María y feliz noche.
Jajaja sí que han elegido el local más cutre! Muchas hracias guapísima por tu comentario! Un besote :))
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