Ariane
Estoy
tumbada en la cama, aburrida y cansada de este calor que invade cada
resquicio de mi cuerpo y de mi casa. He colocado los pies en la pared
y sacado fotos tontas. Después las he subido a Instagram y Facebook.
No quiero ver los likes, de repente ya no me apetece, porque es una
foto absurda. Estoy aburrida.
Por
fin. Los pasos se escuchan desde mi habitación. Son ágiles porque
Emma tiene esa actitud un tanto hiperactiva. Parece que siempre vaya
corriendo a los sitios. No somos amigas desde hace mucho, pero calo
rápido a las personas y sé que ella, es una chica ocupada. Cuando
suena el timbre espero unos segundos para levantarme y dirigirme a la
puerta. La hago esperar a propósito. Quiero
que entienda
que no estoy siempre disponible
para
ella.
Emma
aparece ante mí con un vestido ajustado aunque sobrio. Justo el
clasicismo al que se ceñiría una ejecutiva. Qué
sosa.
-¡Qué
día de reuniones, por favor!- exclama sin perder la alegría.
Me
besa, porque está hecha de pasta efusiva, en su interior hay una
necesidad absurda de demostrar los sentimientos que la hacen más
vulnerable de lo que ya es por costumbre. Algún día se aprovecharán
de ella, tiene que saber que el mundo no es un castillo rosa con
unicornios galopando por jardines de piruletas.
Acepto
su beso pero no
demuestro
mayor entusiasmo. Debo enseñarle a tener picardía.
Emma
se deja caer en el sofá tan pronto como llegamos al comedor y
comienza a abanicarse con la mano.
-He
tenido dos reuniones que me han dejado atontada- comenta.
Odio
cuando comienza a hablar de su trabajo. Se cree que por dedicarse al
Marketing y las grandes empresas los demás no valemos lo suficiente.
La
empatía no es su mayor virtud.
Quizás la odio todavía más cuando narra a lo Mujercitas
sus anécdotas familiares. Está
hecha una Amy March, pero en versión cutre. Yo
me marché de casa en cuanto cumplí
la mayoría de edad, debería tener cuidado en no presumir ante los
pobres.
La
desgraciada es guapa. Tiene la piel bronceada de playa y el pelo
dorado y salvaje. Parece un caramelo. Es como un Werther’s
Original
hecho persona.
-¿Cuánto
drama, verdad? -suelto con un deje de ironía.
A
ver si se da cuenta de que sus problemas no son problemas. Es
demasiado negativa y debo ayudarla. Porque es mi amiga. Sólo trato
de relajarla.
Sin
embargo ella frunce el ceño, parece sorprendida. Vamos bien, no
esperaba mi respuesta y la he descolocado. Así verá que la vida no
es sólo
quejarse.
-Tampoco
es eso – añade.
Me
siento sobre la mesa y enciendo un cigarrillo.
Soy
más alta que Emma, mi pelo es más brillante y mis pómulos se
marcan más que los suyos. Si Paul fuera heterosexual estoy segura de
que me preferiría a mí. No me cabe la menor duda.
-Miremos
los
trajes y vayamos por faena – dice Emma, de repente su rostro se ha
ensombrecido-. Tengo una cena a las diez.
-Cuánta
vida social tienes, eso te quita tiempo. Por eso vas perdida, ¿no es
así?
-¿Perdida?
-He
visto que en algunos pasos no acabas de estar centrada, y pensé: uy, a Emma le pasa algo.
-No
me pasa nada.
-Ahora
entiendo, no paras. Necesitas un masaje, que te cuiden y mimen, una
limpieza de cutis.
Emma
sonríe aunque un poco por compromiso. Se
habrá creído mi mentira. ¿Perdida? Si ella es perfecta…
Enseguida
enciende el iPad que saca del bolso.
-¿Qué
vestido te gusta más? -pregunta.
Entra
en la página de la academia y de
casualidad, encuentra
mi foto del vestuario.
-Oh,
qué chula- exclama con ilusión.
-Y
tú estás genial en la que subiste, eh. Has sabido hacerlo.
-No
sé -responde, no ha captado mi tono irónico-. La hizo Chloe.
Mi
cara es el espejo del estupor.
-¿Chloe?
No te fíes
de ella – digo alarmada.
-¿Por
qué? Somos amigas desde hace tiempo. ¿Ha hecho algo?
-Tú
confía en mí, es competitiva, a mí me odia. No me soporta y no le he hecho nada.
-No
hagas caso, te tendrá envidia.
-Eso
ya lo sé. Su actitud lo demuestra. Pero me parece patético.
-Vale,
¿qué vestido llevaremos al festival? - y vuelve a clavar la mirada
en la pantalla, obviando los temas importantes.
Emma
Espero
que Ariane no se entretenga demasiado y que no me salga con sus
problemas absurdos. Me cae bien, pero a veces resulta un tanto
tóxica. Las chicas la llamamos La
rompe ilusiones,
porque te
las quita de un plumazo. Siempre se repite la misma historia, ante
cualquier comentario nos recuerda la posible
parte
negativa.
Chloe
se fue de vacaciones a Australia hace un par de meses, y Ariane no
dejó de recordarle que había riesgo de que la robaran, la timasen
en el hotel, etc etc. Sandra conoció a los hijos de su pareja hace
unos días, y Ariane no dejaba de enumerar los problemas de aguantar
a los hijos de otra.
Quizás
si exista la posibilidad de peligro, ese
riesgo a correr, pero
no tiene por qué ser lo primero que recibamos de ella al explicar
nuestras vidas. En realidad, está sola. No tiene más
amigas que
nosotras, y
no sale demasiado. Yo la tolero, porque sus palabras no
me envenenan, pero Chloe la tiene atravesada. Lo que pasa es que Paul
la adora. Es la mejor bailarina que hay en la academia y eso tiene su
recompensa. No sé por qué
Ariane se fustiga tanto, debería
sentirse feliz siendo la estrella.
Subo
las escaleras corriendo. He quedado para cenar y no pretendo alargar
demasiado mi momento en casa de Ariane. Quiero decidir los vestidos
del festival e irme a casa a arreglarme para la cena.
Ariane
me abre vestida con un tanga y una camiseta atada a la cintura, tiene
un cuerpo bonito, lo que no
sabía era que usaba esos atuendo para estar por casa.
Pasamos
al comedor y como no sé qué decirle rompo el hielo hablándole de
trabajo. Pero creo que he dicho algo malo, porque enseguida
me
acusa de ser
dramática
con un tono extraño que no sé interpretar. Me descoloca un poco,
todo el mundo sabe que la dramática es ella.
Entonces
se sienta en la mesa y se pone a fumar. Adopta una postura
estudiada que desde fuera parece incómoda. Quizás en las películas
quede muy bien este postureo pero en la vida real pienso que resulta diferente. La hace un tanto ridícula.
-Miremos
los
trajes y vayamos por faena. Tengo
una cena a las diez
–
digo.
No quiero perder más tiempo.
-Cuánta
vida social tienes, eso te quita tiempo. Por eso vas perdida, ¿no es
así?
-¿Perdida?
-He
visto que en algunos pasos no acabas de estar centrada, y pensé: uy a Emma le pasa algo.
No
entiendo a qué viene ese repertorio. No me hace falta ser demasiado
inteligente para saber que es un ataque.
-No
me pasa nada.
-Ahora
entiendo, no paras. Necesitas un masaje, que te cuiden y mimen, una
limpieza de cutis.
No
suelo envenenarme con estas cosas, pero Ariane se está excediendo.
No
sé si está enfadada o es que no sabe usar otro tono.
Quiero
centrarme en los vestidos del festival, pero parece complicado.
De
repente no sé cómo hemos llegado a este punto de la conversación, pero Ariane critica a Chloe. Trato de calmar la situación, de que Ariane
se calle de una vez, y le digo la mentira que quiere oír: Chloe te
tiene envidia. Y entonces se llena de orgullo, la felicidad le ha
vuelto en forma de vitalidad. Lo noto en sus mejillas rositas.
No
sé qué estoy haciendo aquí, en casa de esta chiflada. Debería irme antes de que su locura me salpique de algún modo. Me pongo en
pie, atusándome el vestido.
-¿Puedo ir al baño, verdad?
-Claro
– dice ella-. ¿Quieres un café?
-No, pero gracias-respondo-, no me puedo entretener mucho.
Ariane.
Es
el momento. El corazón se me sale del pecho, o al menos a mí me
parece que explotará en mi interior. Emma ha ido al baño. Es ahora
o nunca. Cojo su móvil. La muy retrasada se lo ha dejado sobre la
mesita. He visto su contraseña cientos de veces, 689345. No sé qué
puede significar. Conociendo a Emma, alguna gilipollez banal. Es muy
arriesgado lo que voy a hacer, excedido hasta el mas lejano límite.
Pero no puedo parar. Cada vez que veo sus comentarios siento que
enfermo por dentro. Enfermo de verdad, no es un decir. Su éxito me
provoca ardor de estómago, y quiero llorar, una vez llegué a
vomitar cuando Paul la llamó princesa
triunfadora.
Emma debe de saber que el mundo no es perfecto, así espabilará.
Desbloqueo
la contraseña, y la pantalla se ilumina.