lunes, 20 de septiembre de 2021

Carta de una desconocida

EDITORIAL: Narrativa del Acantilado, 21

TITULO: Carta de una desconocida

AUTOR: Stefan Zweig

TRADUCTOR: Berta Conill

ISBN: 978-84-95359-47-6

PÁGINAS: 72

 <<Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya, aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora>>.

R., un famoso escritor, regresa a Viena después de pasar unos días en la montaña. Al llegar a casa, su mayordomo le entrega una misteriosa carta de veinticinco páginas redactadas por una mujer que no conoce. O eso es lo que él cree. Precisamente, este resulta ser el eje de la novela, porque ¿Cómo puede alguien olvidar el rostro de una persona que ha permanecido tan cerca en diversas ocasiones?  

<<Mi hijo murió ayer. Durante tres días y tres noches he tenido que luchar con la muerte que rondaba a esa pequeña y frágil vida. Permanecí sentada al lado de su cama cuarenta horas, mientras la gripe agitaba su pobre cuerpo ardiente.>>

Así empieza la carta de la mujer desconocida. A lo largo de las páginas, ella le relata los años de invisibilidad sufridos a causa su indiferencia. A medio camino entre el reproche y una declaración de amor casi obsesiva, ella le revela cómo se conocieron, cuando era una adolescente tímida que vivía en su mismo rellano, en su mismo edificio, y cómo después, de adulta, ya viviendo en otro lugar, lo buscó y, todavía enamorada, forzó varios encuentros. Pero él no consiguió reconocerla cada vez que coincidían. Lo que sí mostró fue interés por su juventud y su apariencia atractiva, lo cual lo llevó a desplegar toda su amabilidad de mujeriego, pero sin llegar a diferenciarla del resto de sus esporádicas conquistas.

<<No me reconociste, ni entonces, ni en ningún otro momento, nunca me has reconocido. ¿Cómo te puedo describir la decepción de aquel instante? Por primea vez fui consciente de estar predestinada a que no me reconocieras durante toda mi vida, esa vida con la que ahora estoy acabando; desconocida para ti, aún no sabes quién soy.>>

 Sin duda lo que destaco de esta novela es el estilo bello y poético que tiene el autor. La capacidad de recrear el desconsuelo y la devoción de la mujer desconocida (nunca llega a revelarle su nombre) y plasmar un amor capaz de perdurar en el tiempo. Aunque más que amor, lo considero una obsesión, y por este motivo me ha causado algo de rabia que la mujer lo abandonase todo cada vez que él le ofrecía una hora de su tiempo. Pero entiendo que aquí reside la esencia de la novela y precisamente lo que el autor pretendía transmitir: con qué indiferencia vive quien lo tiene todo sin plantearse el daño que genera a quien todo lo puede perder.

<<Porque a ti, ciertamente, sólo te gustan las cosas fáciles, juguetonas, nada pesadas, tienes miedo de inmiscuirte en un destino ajeno. Lo que quieres es entregarte a todos, al mundo, no quieres ninguna víctima>>.

Este ha sido mi primer acercamiento a Stefan Zweig y sin duda, planeo seguir adentrándome en su obra. No tengo ni idea de cuál será el siguiente libro, pero estoy segura de que me compraré tres o cuatro para tenerlos de reserva. Como mucho, puedo sufrir un empacho de Zweig. Pero escribe de un modo tan dulce y bonito que ahora mismo me parece difícil que esto ocurra.


martes, 14 de septiembre de 2021

La leyenda del jinete sin cabeza - Reseña

 

A estas alturas casi todo el mundo conoce La leyenda de Sleepy Hollow o La leyenda del jinete sin cabeza. Parte de la fama es gracias a la película de 1999 dirigida por Tim Burton y protagonizada por Johnny Depp.

Tras ver la película en mi adolescencia, quedé obsesionada por todo lo místico que envuelve la historia. Aun así, no ha sido hasta ahora que he decidido leer el libro. El relato, considerado de terror,  fue escrito por Washington Irving en 1820 y publicado en su colección de cuentos The Sketch Book of Geoffrey Crayon.

La historia nos habla de un antiguo soldado hesiano que perdió la cabeza a causa de un disparo durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Su fantasma decapitado vaga por las noches a lomo de su caballo, tratando de recuperar su cabeza perdida.

Está ambienta en el valle Sleepy Hollow, un asentamiento neerlandés, y llamado así por la sensación de sopor que produce a causa del ambiente tupido de la niebla, y tiene como protagonista a Ichabod Crane, el refinado y asustadizo profesor de la escuela.

La trama se desencadena cuando Crane acude una noche a la fiesta que Baltus Van Tassel, un granjero rico de Sleepy Hollow, organiza en su mansión. Allí se encuentra su hija, Katrina: guapa, rica pero también caprichosa. Ichabod, enamorado de ella, decide declararle su amor esa misma noche. Pero en la fiesta se encuentra Abraham "Brom Bones" Van Brunt (así todo seguido, cuesta un poco de pronunciar), un rudo y experto jinete que también está enamorado de Katrina. Por este motivo, toma a Ichabod como enemigo. Con el fin de ridiculizarlo y alejarlo de Katrina y la esfera popular, Brom y sus “amigotes” aldeanos asustan al ingenuo Ichabod con leyendas que circulan por Sleepy Hollow. La de El jinete sin cabeza es la que obtiene mayor efecto en el siempre asustadizo profesor. Y hasta aquí puedo contar sin hacer spoiler, ya que la acción y lo importante de la trama se desencadena justo después…


Lo cierto es que ahora, tras haber dejado reposar unos días la historia en mi mente, debo decir que me decanto por una valoración negativa. A me veces ocurre, cuando no tengo claro si una obra me ha gustado o no, el paso de los días me acaba posicionando. 

Merece la pena destacar la ambientación. El lugar es fantástico, misterioso, lleno de niebla, oscuridad, tenebrosidad, leyendas y supersticiones. También la originalidad de que un fantasma decapitado merodee a caballo por las noches. Pero la historia no llega ni a relato. Más bien se queda en lo anecdótico, ya que, excluyendo las descripciones tipo inventario de los personajes, se centra en lo sucedido la noche de la fiesta en casa de Baltus Van Tassel. Para ser calificado como terror, el miedo que genera es prácticamente nulo. Y no solo esto, a mí no me ha suscitado la más mínima tensión. Para colmo, El jinete sin cabeza tiene un protagonismo bastante escaso. Me he quedado con ganas de mucho más.



Tampoco me ha caído especialmente bien el personaje de Ichabod Crane, aprensivo, muy miedoso, pero a la vez engreído porque considera que sus conocimientos y su sabiduría lo convierten en alguien superior a los hombres rudos del pueblo. Por no mencionar lo zalamero y pesado que resulta con las mujeres. Llega a admitir que su estrategia para ligar es hacerse pasar por un cotilla para ser aceptado por ellas, caerles en gracia y que así lo inviten a sus reuniones.

Dicho esto, la película de Tim Burton me parece infinitamente mejor que el relato de Washington Irving.

Aun así, como ya he dicho antes, me sigue fascinando lo místico de la historia, y tras investigar, he descubierto algunas curiosidades:

·        En el siglo XVIII los soldados hesianos fueron mercenarios alemanes contratados por el gobierno británico y destinados al servicio paramilitar. Parece ser, que a Inglaterra le resultaba más económico contratar los servicios de soldados alemanes que destinar dinero a ampliar el propio ejército. En la Guerra de la independencia, lucharon unos 30.000 soldados Hesianos para los británicos. Como muchos de ellos eran reclutados a la fuerza por el gobierno o su servicio solo tenía interés monetario (vamos, que les daba igual luchar por un bando que por otro mientras les pagasen), cuando los soldados americanos los apresaban, en lugar de matarlos les daban la oportunidad de cambiar de bando y combatir entonces por América. La oferta incluía veinte hectáreas de tierra al terminar la guerra, con la obvia posibilidad de asentarse en ese nuevo país. Y ellos aceptaban, claro.

 

·        Jonathan Crane, el supervillano enemigo de Batman guarda una gran semejanza con el personaje Ichabod Crane. Ambos son estudiosos y cultos, y comparten una apariencia larguirucha. Además, Jonathan Crane, una vez convertido en Espantapájaros se vale de toxinas para expandir el miedo en sus víctimas. Este miedo es normalmente ilusorio, por lo que recuerda a la leyenda de El jinete sin cabeza, ya que el fantasma tiene su raíz en los cuentos que se transmiten entre los aldeanos de Sleepy Hollow.

 

·        La historia tiene un final abierto que da pie a diversas interpretaciones.

 

·        El lugar existe. Sleepy Hollow es una villa situada en Mount Pleasant, a unos 50 km al norte de Manhattan. Se puede visitar la iglesia Old Dutch Church, la cual aparece en el relato de Washington Irving. También se encentra el cementerio de Sleepy Hollow, donde está enterrado el autor.

 

                                                                        La imagen está sacada de Google

A veces empatizamos más con una historia y otras menos. En mi caso, me siento más atraída por todo lo que envuelve la leyenda, ya sea la película, el lugar físico o la fábula de un jinete decapitado que busca su cabeza siglo tras siglo, que por la obra en sí. Parte de mi decepción viene de lo mucho que esperaba de la lectura. Aun así, no descarto seguir leyendo a Washington Irving. Quizás con menos expectativas disfrute más otro de sus relatos.

Si alguien me pregunta si recomiendo leer o no La leyenda de Sleepy Hollow, diré que sí, que merece la pena. Apenas tiene 70 páginas con letra grande. Pero también diría que mejor lo busque en la biblioteca, o adquiera el libro con el resto de relatos del autor. Tengo la impresión de que, leyendo el conjunto de relatos, ahora tendría la sensación de haberme adentrado en una lectura más completa.

martes, 7 de septiembre de 2021

37 años sin Truman Capote

 

El pasado 25 de agosto se cumplieron 37 años de la muerte de Truman Capote.
Siempre he dicho que al leer A sangre fría supe lo que significa ser una gran obra. Es verdad que anteriormente había leído otras novelas y algunos clásicos que me habían entusiasmado, pero con Truman Capote detecté lo que encarna al magnífico escritor.

Quizás fue la primera vez que leía fijándome en los destalles, pero fui consciente del retrato que Capote creaba de los personajes sin la necesidad de una descripción superficial. Porque, en realidad, este es el reto del buen escritor, describir sin parecer que lo haces, expresar lo máximo recurriendo al menor número de palabras posibles.  En ese sentido, Capote me marcó como lectora y supuso un antes y un después para mí y mis preferencias literarias. Con él empecé a leer vigilando las palabras, su estilo. Por esto, creo que A sangre fría es un libro que todo aquel que pretenda dedicarse a la escritura debería analizar.




Después de A sangre fría, leí Desayuno en Tiffany’s, otro de sus grandes clásicos. No me gustó tanto, la verdad, pero tal vez mi opinión al respecto no sea del todo válida ya que está condicionada por la admiración que siento hacia la película de Audrey Hepburn. Y claro, no es lo mismo.

 


Hace unos días, publiqué una entrada en Instagram sobre Truman Capote en la que hablaba del aniversario de su muerte. También añadí un carrusel de fotos que incluía curiosidades sobre su vida. He pensado que recuperar esta información y compartirla por aquí podría ser una buena manera de retomar la asiduidad en el blog.

Como conclusión, solo puedo decir que si no habéis leído a este magnífico escritor le deis una oportunidad. Sin duda, la merece.


 


  • Truman Capote nació el 30 de septiembre del 1924, en Nueva Orleans. 
  • Su nombre era Truman Streckfus Persons, el apellido Capote lo adoptó después, cuando su madre contrajo matrimonio con el empresario Joseph García Capote.
  • Tras el divorcio de sus padres, Truman vivió en Alabama hasta 1942, escenario que le inspiró para algunas de sus obras.
  • En esta época forjó una estrecha amistad con Harper Lee, la futura autora de Matar a un ruiseñor.
  • Después, la familia Capote se mudó a Nueva York, donde Truman empezó a trabajar para el periódico The New Yorker, a los diecisiete años.
  • Su carrera como escritor se inició en 1948 con “Otras voces, otros ámbitos” un libro que encajaba con el género gótico sureño. 
  • En 1958 se publicó Desayuno en Tiffany’s, que más tarde se llevaría al cine con Audrey Hepburn como protagonista principal.
  • En 1966, Truman Capote escribió A sangre fría, una novela que unía el periodismo con la literatura y que enseguida alcanzó el éxito y se colocó en el top de los más vendidos. 
  • A sangre fría narra el crimen de la familia Clutter, un suceso real ocurrido en Holcomb, Kansas, en 1959.
  • No es ningún secreto que el autor era asiduo a las fiestas y amigo de diversas estrellas de Hollywood, artistas y diseñadores entre otros famosos. 
  • El 28 de noviembre de 1966 se celebró la “Black and White Ball', una fiesta de máscaras (casi podría considerarse la fiesta de las fiestas) que el escritor organizó en el Hotel Plaza de Nueva York y que reunió a la élite social de la época. 


  • Capote falleció el 25 de agosto de 1984 en Los Angeles, a los 59 años de edad. 
  • Su cuerpo tiene sepultura en el Cementerio Westwood Village Memorial Park.
  • En “Música para camaleones” se retrató así mismo con la célebre frase: “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”.


domingo, 5 de septiembre de 2021

Estoy de vuelta

 


Hola a tod@s. 

Han pasado dos años desde que publiqué la última entrada en este blog. Dicho así es mucho tiempo, aunque a mí me ha parecido poco. Quizás es que nunca he llegado a desvincularme del todo, de vez en cuando os he ido leyendo y siempre he sabido que terminaría retomando esto de ser blogger :)

En este tiempo han sucedido muchas cosas, pandemia incluida. Espero que todos vosotros y vuestras familias os encontréis bien y que, si os habéis llegado a contagiar en algún momento, no haya sido de gravedad. 

Por suerte, en mi familia no ha habido casos de covid, y todo este tiempo he trabajado desde casa. Así que puedo decir que estos meses he estado bien. 

Pero no todo se ha centrado en el covid, el confinamiento y el teletrabajo, en mi caso también ha habido alguna novedad. El pasado 9 de julio nació Ian, un niño muy grande, tranquilo y dormilón, para compensar con el terremoto de su hermana. 

Os dejo una foto para presentaros a este niño que pesó 4,600 kilos (tened en cuenta que yo no soy precisamente alta, ni grande, así que es toda una proeza, os lo aseguro ja, ja, ja).



Tener dos hijos pequeños (Claudia cumplirá dos años el próximo miércoles) es agotador. Quienes sois padres o madres sabéis de qué hablo. Así que ahora mi tiempo está más limitado que nunca. Vivo en un estado de prisas y parones, pero que, sin duda, merece la pena. Últimamente he aprendido a centrar mi atención en cada momento, también a situarme, a priorizar, a que no me importen las ojeras, y a mejorar mi capacidad de organización. Tengo la sensación de que cada vez la vida va más deprisa y de que vivo en algo parecido a ese capítulo de Doctor Who en el que no puedes pestañear. La diferencia es que yo no veo ángeles de piedra que se me acercan cuando pestañeo, sino que me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo cada vez que cierro los ojos. Y la verdad es que ojalá no pestañear para no perderse nada.


En fin, hace tiempo que tenía ganas de volver a mi blog, a este espacio tan mío en el que puedo comentar con vosotros todos los temas que tenemos en común. 

¡Un beso enorme! 

Ahora sí, ¡estamos en contacto!