Feliz jueves a todos.
Espero que hayáis tenido un gran verano y
que hayáis podido disfrutarlo y desconectar de la rutina.
Como he indicado en el título, ésta va a
ser una entrada distinta a todas las anteriores. No voy a reseñar El Principito
(aunque a veces piense que podría reflexionar durante horas sobre este cuento
infantil).
Esta entrada es para deciros que no me
queda más remedio que despedirme unos meses. Solo será una ausencia temporal, y
como siempre digo cuando hago un parón, de vez en cuando me iré pasando por
vuestros blogs.
El motivo de mi descanso es la falta de
tiempo, cómo no, y el por qué necesito un par o tres meses de ausencia no es el
libro de El Principito, sino los pies que aparecen en la foto.
Algunos de vosotros ya lo sabéis, pero
para los que no os tengo en redes sociales, el pasado 8 de septiembre fui madre. Durante el
verano y gran parte del embarazo pensé que en los momentos en los que el bebé durmiera
podría escribir, leer y dedicarme al blog. Casi todos los que me leéis sois
padres/ madres, así que no hace falta que me digáis que mis planes eran
demasiado optimistas (lo he aprendido solita ja,ja,ja).
Aunque no vaya a escribir entradas durante
unos meses, tengo varias reseñas guardadas que publicaré a la vuelta. Estas
semanas de verano he descubierto a nuevos autores de los que tengo ganas de
hablar, y también he escrito alguna que otra reflexión. Como agosto lo he
pasado de baja y poco podía hacer estando embarazada de ocho meses, he leído
muchísimo (8 libros en julio y 15 en agosto, un récord que jamás
batiré).
Instagram es mucho más fácil de gestionar,
es más rápido que el blog por motivos de calidad y dedicación. Las reseñas allí
no son tan extensas, así que en IG sí seguiré activa.
Hace un tiempo David Rubio escribió un relato en el que el protagonista, a punto de ser padre, debate con
su mujer sobre la futura habitación del bebé. Él no quiere deshacerse de los
queridos cómics, pero el bebé necesita una habitación, ¿no? Cuando lo leí me
sentí muy identificada, porque por entonces yo también había entrado ese
dilema. ¿Qué hago con mis libros, mi escritorio, mis fricadas? Al final mi
rinconcito se ha mantenido intacto, y la habitación se ha montado en otro
sitio, pero esa es otra historia. En ese sentido, he tenido más suerte que el
protagonista del relato de David.
Hasta aquí mi entrada diferente, nos vemos
a la vuelta, aunque como he dicho, me iré pasando por vuestros blogs de vez en
cuando porque me gusta leer vuestros relatos y recomendaciones, traten de libros, cine,
reflexiones, recetas de cocina o maquillaje.
Y para terminar, no puedo despedirme sin
presentaros a Claudia.
¡¡Un besazo a todos!!