Wendy
se considera una persona paciente. Está hecha de pasta dura, y aunque los rizos
rubios y su aspecto virginal exprese lo contrario, no pierde los estribos
fácilmente. Sin embargo, los límites existen para marcar un antes y un después,
y esto lo ha aprendido a base de planchazos emocionales. Se llama decepción.
Las cosas por su nombre.
Y
como es paciente, logra calmarse a sí misma cuando por las noches llega a casa
reventada del trabajo en el bufete de abogados, y descubre que Peter fluctúa
entre su propio caos. Eso es. Peter es como un nenúfar desorientado, y su
desorden su hábitat.
Antes
de vivir juntos Wendy ya sospechaba que Peter no era la persona más ordenada
del mundo, pero tampoco imaginaba aquella dejadez.
Y
cada día la historia se repite. Es como vivir dentro de esa película de Bill
Murray, El día de la marmota. Wendy es abogada, trabaja en Westminster y
suele hacer horarios largos cuando sus jefes consideran que el mundo se acaba
si no entregan los informes a primera hora del día siguiente. Vuelve a casa
cansada y sube las escaleras con pies de plomo. Piensa que quizás exagera, su
trabajo es duro, pero le gusta. ¿Por qué esa tristeza que le aprieta el
corazón?
Tal
vez, empieza a comprender que no es su trabajo lo que le roba el aliento, sino lo
que la espera al llegar a casa.
Al
abrir la puerta, la primera imagen con la que topa es con la de Peter, claro,
que viste un chándal sucio que no le favorece. Su barriga ha crecido en los
últimos meses, no es que antes fuera el chico más atractivo del mundo en cuanto
a cánones de belleza actuales, pero sí tenía su encanto, al menos era limpio. Todos
nos descuidamos en algún momento, piensa Wendy, paciencia, no seas
superficial.
Peter
casi siempre está tumbado en el sofá, viendo algún programa basura o una serie
nueva. Lo peor no es lo que Peter está haciendo en ese instante, sino la
evidencia de cómo ha transcurrido su día. Son las nueve de la noche y la cama
está sin hacer, los platos sin fregar, y la taza del desayuno sigue en la mesa.
La ropa sucia se acumula en la galería y un par de calcetines están abandonados
en el suelo. No es que pretenda convertir a Peter en su sirvienta, solo aspira
a que como mínimo, recoja lo que ensucia. Sobre todo, porque hace más de un año
que está en paro y todavía no lo ha visto ni una sola vez buscar trabajo.
De
repente, su cansancio es más emocional que físico, y se deja caer en el sofá.
Se desabrocha el primer botón de la camisa para respirar mejor. Peter se le
acerca y le da un beso de bienvenida. Pero a pesar de que huele a cerveza y
palomitas un martes por la noche, sigue siendo el chico dulce de hace años.
Wendy le dedica una sonrisa forzada, sabe que si le pregunta por su día la
respuesta la cabreará más: he estado en casa, viendo la tele. Y una
vocecilla parece hablarle a Wendy: ni siquiera se ha dignado a buscar
trabajo.
La
vocecilla desaparece cuando el rostro de él adopta una expresión infantil y le
confiesa que la ha echado de menos. Al fin y al cabo, es Peter. Su Peter de
siempre.
¿O
no?
Y
entonces su corazón vuelve a comprimirse. Le viene a la mente la amiga de Peter
que tanto detesta. Esa niñata infantil y pizpireta con la que se escribe a
todas horas. Es de las que saltan y corretean, de las juguetonas. Wendy odia su
cara de niña traviesa y sus vestidos verdes. Ni si quiera es guapa, pero ronda
a Peter más de lo que le gustaría. A veces piensa que ellos congenian más
juntos. Al fin y al cabo, ambos son como críos.
No
puede evitar pensar que ella es la adulta, la que debe de cuidar de alguien
incapaz de madurar. Se frustra al pensar que Peter se niega a crecer, a hacerse
un hombre. Bueno, la inocencia de Peter no logra evadir el cabreo de Wendy,
pero sí aplacarlo. Al menos, durante un rato.
Las
semanas transcurren y nada cambia.
Una
mañana Wendy baja las escaleras de casa con paso rápido. No sabe cómo ha
sucedido, pero se ha dormido. Necesita descansar, un paréntesis, un día de spa.
Dejar de pensar en su ajetreada vida laboral y su desastrosa relación. Y de
repente choca con el cuerpo de un hombre alto. Se retira, aturdida y
rápidamente pide perdón, casi por instinto. Al elevar la mirada se encuentra
con un hombre corpulento, de pelo negro un tanto salvaje. Lleva una camisa roja
apretada que marca su cuerpo atlético. Wendy parpadea y una inmensa timidez se
apodera de ella. ¿Qué le pasa? Se siente bloqueada, apunto de saltar a los
tiburones desde un barco pirata.
-Lo
siento – dice el hombre- ¿Te he hecho daño?
Wendy
niega y vuelve a disculparse. Su actitud se ha vuelto más insinuante de lo que
pretendía.
-Me
llamo Wendy, ¿eres nuevo en el edificio?
El
hombre toma aire de una manera que a Wendy le parece sensual. Su voz ronca ya
se lo ha parecido hace apenas medio minuto.
-En
realidad me mudé hace unos meses. Pero trabajo en un barco y me ausento durante
semanas-Y enseguida su mirada da paso a la picardía-. Es una pena, porque no me
importaría encontrarme contigo por las mañanas.
A
Wendy se le escapa una risa absurda, que trata de reprimir enseguida.
-¿En
un barco?- pregunta, tratando de demostrar que el flirteo de ese hombre no la
descoloca.
-Sí,
soy el capitán. Del barco, me refiero. ¿Te gustaría verlo?
El
hombre muestra su sonrisa blanca, y coloca las manos a la altura de la cintura.
-Claro,
¿cómo se llama tu barco?
-Se
llama Garfio.
Wendy
piensa en Peter y la invade la culpabilidad por tontear con otro hombre. Pero
¿no es lo que ocurre cuando tratas de mantener viva una relación ya paliativa?
Quizás ella y Peter están acabando tan lentamente que terminarán odiándose.
Como muchas otras parejas.
El Capitán se marcha, y
Wendy observa su cuerpo fuerte y varonil desaparecer en las escaleras.
¡¡¡¡Hola!!!!
ResponderEliminarMe gusta mucho como has narrado la historia, la decadencia dela pareja, esos recuerdos del pasado que atan a Wendy a Peter...yo quiero que se quede con el Capitán Garfio.
Besos y me ha encantado.
Muchísimas gracias guapa!! Me alegro de que te guste!! Y sí sí, Wendy y Garfio tienen futuro, yo también lo veo jajajaja
EliminarUn besito :))
Me ha gustado mucho el relato María.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Reme!! Un besazo :)
Eliminar...NO NOS PUEDES DEJAR ASÍ!!
ResponderEliminarJajaja Después de compadecer a la pobre Wendy, y de la "aparición estelar" de ese pedazo de capitán (parezco chiquito, jajaja)....debes continuar.
Un besazo!
Jajajajaja y además es su vecino! Si es que la tentación vive arriba jajaj
EliminarMe alegro de que te haya gustado! Un besote :)
Muy bueno María, me parece una idea fantástica la utilización de los nombres de tus personajes en el relato.
ResponderEliminarPor otra parte, me has recordado una película, que tengo que volver a ver ya, la de Bill Murray, que nos recuerda la vida circular de la abogada Wendy. Un abrazo!
Muchas gracias Miguel!! Me alegro de que te haya gustado y que te hayan entrado ganas de ver Atrapado en el tiempo jajaja A me encanta esa película, no sé cuántas veces la he visto ya.
EliminarUn besito :)
Buena historia, María, como siempre consigues que empaticemos con tu protagonista. Yo no sería tan paciente como Wendy, claro que tampoco estoy enamorada de Peter. ¡Qué complicado! Lo que está claro es que el capitán ha venido para agitar unas aguas de por sí turbias. A veces una pequeña tormenta no viene mal para aclarar las ideas :))
ResponderEliminarMe encanta tu forma de narrar, me llevas de un renglón a otro sin poder despegar los ojos de la pantalla. Contar historias se te da genial, les imprimes un ritmo irresisitible. ¡Enhorabuena!
Un besito de Martes.
Jajaja bueno, creo que hay muchas chicas con el síndrome de Wendy, y chicos con el síndrome de Peter Pan, de hecho oíremos a más de una quejarse: es que parezco su madre. Las relaciones tienen eso, que nunca sabes de quién te enamoras, ni el rol que juegas en ella, y a veces, aunque veas que algo no va bien te resistes a afrontar la realidad más por el vínculo emocional que por el romántico.
EliminarMe alegro de que te haya gustado!! Un besito fuerte!! :)
Muy entretenido, María. Parece que por ahí abundan las "Wendy" y los " Peter Pan", hasta yo una vez me tropecé con uno, hace muchos muchos años. Menos mal que lo cambié por el capitán del barco.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias Ángeles!! Me alegro de que te guste y de que el cambio te fuera bien!! Un besito guapa!!
EliminarDelicioso relato, María. Como dice Miguel el uso de los nombres es un recurso fantástico para que caracterizar a los personajes. Cuando se llevan años viviendo en pareja suele pasar que cada uno va asumiendo roles, aunque sea de manera inconsciente. De inicio los dos pueden ser, por ejemplo, poco cuidadosos con el dinero. Pues al poco tiempo el que mira un poco más el dinero se volverá todo un agarrado y el otro tirará a malgastar. Es como si se regulara la pareja para sobrevivir. En este caso, extremo, el bueno de Peter se entrega al mejor amigo del hombre, el sofá. Lo que no sé es como sería la relación con un tipo llamado Garfio, je,je,je quien sabe, tal vez si se lían, Peter salga de su letargo y Garfio deje de ser tan atlético. ¡La vida! En todo caso, un fantástico relato María, enhorabuena.
ResponderEliminarCada pareja es un mundo, y las personas evolucionan y sus afinidades también. No sabemos si Wendy y Garfio se odiaran en un tiempo o si serán almas gemelas para siempre. Wendy y Peter parece que ya no tienen mucho en común, sea por el motivo que sea. Como dices, es la vida!!
EliminarMuchas gracias por tus palabras, David! Un besito :))
Hola María. Qué bueno tu relato y qué bien engarzada con la historia de Peter Pan. Utilizas perfectamente los nombres de los personajes para asignar a cada uno su rol en la historia, que nos recuerda quien es el más niño, quien más centrada..., me ha encantado. Yo apuesto por Wendy y Peter, aunque ahora no se entiendan puede llegar un momento en el que lleguen a un punto medio y vuelvan a encontrarse. A pesar de lo desastroso que pueda parecer Peter es al que más cariño he cogido, jeje...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. ¡Un besazo guapa!
Muchas gracias guapa!! Me alegro de que te haya gustado. Jaja en estás situaciones solo dependerá de las ganas que ellos tengan de reconstruir su relación. Peter tiene siempre ese efecto, no?? Se le coge cariño porque es inocentón. Un besito guapa!! :)
EliminarHola María,
ResponderEliminar¡Me encantan los nombres de los personajes! Enseguida nos has situado en el perfil psicológico de los protagonistas, dos jóvenes tan contemporáneos con problemas reales y cotidianos pero a la vez con esas referencias fantásticas a la novela de Peter Pan. Y de repente... el apuesto capitán! No los podias haber elegido mejor, es un relato muy original.
Me ha gustado mucho María. Un fuerte abrazo.
Muchísimas gracias Xus, me alegro de que te guste :)
EliminarUna narración muy entretenida, Maria. Me parece que esta relación no está funcionando desde hace largo rato. Pobre Wendy por todo lo que tiene que pasar por amor? Peter Pan debe dejarlo a la historia, y puff fugarse con el adonis. Muy original tu relato, me gusto la personificación fue genial.
ResponderEliminarBesines
Muchas gracias guapa! Me alegro de que te guste la historia! El adonis ha hecho aumentar las dudas de Wendy, a ver que acaba sintiendo! Un besito!!
EliminarWendy, yo que tú corría detrás del capitán para que te enseñe el Garfio... jajajaj ¡Mira que me he reído con el nombre del barco! Muy bueno, María, enhorabuena por tu nueva versión de la historia ;)
ResponderEliminarJajajaja muchas gracias por tu comentario Eva!! Un besito!! Feliz jueves :)
Eliminar¡Ah, no! ¡Me niego a que lo dejes así! ¡Yo quiero másssss!
ResponderEliminarJajajaja a ver que hago!! Muaaaaa
EliminarMe ha gustado mucho. Aunque es increíble la mente de una mujer, también les sucede a los hombres y eso de que cuando encuentran a la mujer que querían... no miran a nadie más... uy uy uy... jeje!! ( dejemóslo así) Un saludo!!
ResponderEliminarJaja yaaaa!! Toda la razón!! Un besito!! :)
EliminarMe encanta esa vuelta de tuerca que le has dado al cuento de Peter Pan. A mí siempre me pareció ese personaje un tanto absurdo y Campanilla una repelente; Garfio mola mucho más, sobre todo tu versión.
ResponderEliminarNo sé por qué en los cuentos a mí me gustan más los personajes villanos que los "buenos", son más divertidos y más creíbles.
Me ha gustado mucho mucho esta versión moderna y actualizada de Peter Pan.
Un besote.
Muchas gracias!! Garfio es más hombre y Peter, pues un crio. Me alegro de que te haya gustado!! Un besote guapa!
Eliminarme ha encantado este cuento como lo has escrito, es estupendo
ResponderEliminarMuchas gracias guapa!! Un besito :)
EliminarHola María:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu información del tinte de pestañas, ja ja ja, aunque no es nuevo!!! de esto empecé a hablarse a principios de los 90, y yo por supuesto como pelirroja y con unas pestañas que no me han gustado nunca (llevo máscara desde que tenía 13 años) lo probé enseguida, para mi era un invento estupendo, eso de verme las pestañas oscuras me encantaba!!!! pero lamentablemente después de dos años de tintarme las pestañas, mi ojo izquierdo empezó a ponerse rojo, todo el ojo como si estuviera inyectado en sangre, no me dolía, no me molstaba, ni tampoco afectara a la visión pero el hecho de que se me pusiera rojo a mi me ponía atacada de los nervios, porque no era un poquito rojo era todo el ojo muy muy rojo, fui al oculista y en principio me dijeron que era una conjuntivis, me la trataron pero el el ojo seguía poniéndose rojo, me vieron otros oculistas y lo mismo, me derivaron a otro centro, me hicieron todo tipo de pruebas pensando en si tenía algo que se reflejaba en el ojo, pero no, toda la analítica que me hicieron y fue mucha salía perfecta, por fin el jefe de oftalmología del hospital que fue quien me vio, me dijo que podía ser una reacción al tinte de pestañas, aunque no me lo podía asegurar pero era muy posible, hay personas que se tintan el pelo y un día les da reacción el mismo tinte que llevan usando mucho tiempo pues en las pestañas lo mismo, finalmente me dijeron lo mismo que te dicen de muchas cosas cuando no saben lo que es... !!!un virus!!!, el jefe de oftalmología finalmente y después de probar muchos dio con unas gotas que al menos cuando me las ponía el rojo del ojo se iba y así estuve durante muchos años, me dio mucha guerra, empecé a tintarlas en 1992, y mi ojo empezó a ponerse rojo en 1994, finalmente como te digo el jefe de Oftalmología dio con las gotas que te dijo y se consiguió que cada vez se fuera espaciando el tiempo en que tardaba en ponerse el ojo rojo, y también cada vez duraba menos tiempo, todo esto bajo control médico ya que las gotas también tenían sus contraindicaciones (producían tensión ocular alta) y eso el oftalmologo me tenía que controlar que no pasara, en fin... no quiero aburrirte más... pero un día tan misteriosamente como apareció... desapareció y nunca más se volvió a poner rojo,eso sí dejando factura, las gotas me produjeron una catarata en el ojo izquierdo de la que estoy operada desde 2007, así que gracias por la info... pero lamentablemente y aunque me haría de todo en las pestañas, tinte, extensiones, permanente, estoy enterada de todas las cosas que hay y como te digo fue de las primeras que se las tintó... pero después de eso es comprensible que no me haga nada ¿no????? Besos
Sí sí, te entiendo, después de eso mejor no utilizar según qué producto. Yo lo descrubí hace poco, y la verdad que me sorprendí. Un besito guapa!!! :))
EliminarEscogí al azar un post tuyo y creo que he acertado. Entretenido y realista tu relato, María. Has narrado y muy bien la vida conyugal de muchas parejas. Supongo que la paciencia de Wendy se debe a que recuerda de quién se enamoró y en cierta forma sigue enamorada.
ResponderEliminarLa película "El día de la marmota" la he visto dos veces y me ha gustado mucho, quizás, si uno de los dos cambia de actitud las cosas también cambiarían. Eso si no vuelve a ver al capitán del barco jejeje.
Te quedó estupendo.
Un abrazo y feliz semana-)