Cuando Han Kang ganó el Premio Nobel de Literatura en 2024 la Academia Sueca lo atribuyó a “su intensa prosa poética que afronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana".
Desde que empecé a leer a Han Kang no he dejado
de hacerlo. Normalmente me adentro en sus libros a ciegas, porque, aunque te
formes una idea de qué quiere decirte la autora, no sirve de mucho porque ella
te llevará por el camino que escoja. Esto sucedía con La vegetariana, donde el
consumo o no de proteína animal era lo más irrelevante de la novela.
Yo no sabía que Imposible decir adiós ponía el foco
en la masacre de Jeju. Ni siquiera conocía este trágico episodio en la historia
de Corea de Sur, el cual se produjo durante todo un año, desde 1948 hasta 1949.
En la novela, la historia nos presenta a Gyeongha,
quien un día recibe la llamada de su mejor amiga, Inseon. Ésta última se
encuentra ingresada en el hospital de Seúl tras haber sufrido un accidente en
su carpintería en Jeju. Enseguida, Inseon le pide que vuele hasta la isla, ya
que su cotorra ha quedado sola y teme que muera de hambre si nadie se encarga
de cuidarla. Gyeongha accede, y es al llegar a Jeju que se topa con la
historia familiar y la estela de la violencia sucedida décadas atrás.
Como ocurre en la novela Actos humanos, en la que Han Kang nos hablaba de otra masacre, la de Gwangju en 1980, podemos hablar de memoria colectiva, aunque si en Actos humanos ésta se reconstruye a partir de las voces de los protagonistas, en Imposible decir adiós se acepta el vacío y el olvido como parte del duelo. Una vez más, la autora escribe sobre el cuerpo y éste toma relevancia cuando se convierte en un lugar vulnerable y que castigar. Utiliza la naturaleza como simbología y la nieve como metáfora en la que vemos el tiempo y los ciclos y se acaba entrelazando con el duelo.
Pero también hay luz. La amistad entre las dos mujeres
está presente durante la narración y aporta la tibieza que necesita la lectura
sin llegar a ser la relación entre ellas ostentosa, porque si algo es la prosa
de Han Kang, es directa y concisa.
Sí soy sincera, no tengo claro que los libros de
Han Kang pudiera recomendarlos a cualquiera. Y esto es algo que, por mucho que
me gusten, suelo pensar cuando leo tanto literatura japonesa como coreana. De
hecho, el propio Murakami (en realidad, esta afirmación valdría para cualquiera
de los dos Murakami) tiene una cantidad enorme de detractores que detesta sus
escritos. Y es que, tanto en las novelas japonesas como en las coreanas, es
fácil encontrar personajes incomprendidos que viven prácticamente alejados de
la sociedad.
Respecto a Han Kang, solo puedo decir que forma
parte de mis autoras favoritas y se ha convertido en todo un referente.
Otros libros de la autora que recomiendo:

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