¡Hola a todos! Os dejo la tercera parte de la historia de Dani y Natalia por tierras californianas.
Para los que queráis acceder a la primera y segunda parte aquí tenéis el link:
''Espero que os guste!! :)
Al
tratar de ponerse en pie, Dani efectuó un gesto nervioso que le
quedó violento. Cuando se apoyó en la mesa, ésta se agitó
ligeramente. Lanzó una mirada a la dueña del establecimiento, a
medio camino entre el
desafío
y la inseguridad, y sin pronunciar palabra se adentró en el pasillo
que conducía al lavabo
de mujeres. Encontró una estancia cuadrada, blanca y pequeña, que
también hacía función de trastero. Una fregona mugrienta
descansaba sobre un cubo de plástico carcomido. Un váter sin tapa,
y una pica amarillenta. Eso era todo. Llamó a Natalia pero no obtuvo
respuesta. Después se dirigió al lavabo
de
hombres. Nada. Natalia tampoco estaba allí.
Volvió
a la sección restaurante, el matrimonio lo contemplaba distante,
como si no comprendiera.
¿Por
qué lo miraban así? Ellos habían secuestrado a Natalia.
Cogió
aire, tratando de poner en orden las ideas. Estaba igual de enfadado
que asustado.
–Yo
he venido con una chica, se llama Natalia. ¿Dónde está?
–Le
repito que usted ha venido solo.
–Por
favor–prosiguió el hombre–, le voy a pedir que abandone el
local, está asustando a mi señora.
Dani
dio media vuelta y volvió
a llamar a Natalia. Dio cuatro gritos pero no obtuvo respuesta, y
finalmente, desesperado, se dirigió a la calle.
Al
abrir la puerta el sol fuerte le cayó como una losa. Se detuvo junto
al jarrón de cerámica, para
poder
pensar con
calma, lejos de esos dos secuestradores y a saber qué más.
–Señor,
voy a llamar a la policía si no se marcha– comentó la señora a
sus espaldas.
–No,
a la policía la voy a llamar yo.
Dani
oteó el perímetro. La gasolinera, el Starbucks, el Burger King,
todo permanecía en su lugar. Incluso la furgoneta blanca continuaba
allí. Y entonces vio algo de luz, una esperanza remota. El chico
pelirrojo. Él
tendría que servir de ayuda. Se acercó a toda prisa y la chica de
la gasolinera, al verlo, se alarmó. En un inglés mediocre pero
suficiente le pidió que llamase a la policía y ella, que no tendría
más de veinte años, obedeció. Inmediatamente
caminó
entre los coches, buscando al chico pelirrojo de la furgoneta blanca.
Al fondo, la pareja de mexicanos aún lo observaba trajinar.
–Perdonad,
perdonad, me he cruzado antes con vosotros.
–Si
– dijo el chico pelirrojo.
–Me
habéis visto, ¿verdad?
–Yo
no–dijo una chica que posiblemente era menor.
–Yo
no–dijo otro desde dentro.
–Yo
sí– dijo el pelirrojo.
–De
acuerdo, entonces, me has visto ¿Y has visto que iba con una chica?
Una chica rubia, no muy alta.
El
pelirrojo dudó.
–Sólo
te he visto a ti. Lo siento, no me he fijado.
Dani
emitió un suspiro desesperado.
–Oíd–señaló
al matrimonio que, desde la distancia, seguía siendo testigo de los
actos de Dani–. Ese matrimonio de ahí ha secuestrado a mi novia,
la tienen encerrada a saber dónde. Ha ido al lavabo
y no ha vuelto. De eso debe de hacer veinte minutos.
Ante
la noticia la gente se arremolinó.
–Está
bien–dijo la chica de la gasolinera con
tono pacificador–.
La policía está de
camino.
Ya los he llamado, no tardarán en llegar, cálmese.
Dani
le devolvió la mirada al matrimonio.
Qué
impotencia.
Estos
debieron de sentirse cohibidos, o cansados de la escena ¡A saber! Y
entraron de nuevo en el local cerrando la puerta a sus espaldas.
La
policía llegó pasado un cuarto de hora, cuando Dani daba pequeños
pasos sin rumbo en la puerta de la gasolinera.
La
chica, le hacía una compañía silenciosa a unos pocos pasos de
distancia. Él
ni siquiera advirtió su intento de apoyo moral, y cuando la pareja
de policías, mujer joven y hombre mexicano de mediana edad,
inspeccionaron el restaurante, él casi no le dirigió la palabra.
Ella no lo reprochó, claro,
porque
ya
se sabe que en momentos de tensión no hay cabida para las tonterías.
Al
poco, la pareja de policías salió del local. Comentaron algo en
la puerta,
como
si realizasen un pacto entre ellos, o ultimasen los detalles, y
después
se
dirigieron hacia la gasolinera.
–No
hemos encontrado nada fuera
de lo normal.
–¿Qué?
¡Venga, hombre!
El
policía
habló con firmeza, con la mirada puesta en el recinto, y aquel gesto
a Dani lo desesperó todavía más.
Al
menos podría mirarme
a la cara mientras me
habla,
¿qué falta de respeto es
esta?
Vio
como subía la cintura del pantalón de una forma muy chabacana, casi
pueblerina.
Por
favor, que estamos cerca de Los Angeles, no hay catetos
en esta zona. Pues parece que sí.
–¿Tiene
pruebas de que una mujer viajaba con usted?
–¿Cómo
que si tengo pruebas? Pues claro que las tengo.
Trató
de calmarse, alguien nervioso pierde toda
credibilidad. Pero, ¿cómo iba a ser capaz? Habían secuestrado a
Natalia, y mientras, los mexicanos mostraban una actitud distante y
asustadiza, como quien asume el inconveniente de tratar con un
cliente chalado. Refugiaban su emoción en el buen actuar de la
policía. Les habría destrozado ese
local barato
a
machetazos,
hasta encontrar a Natalia.
–Han
secuestrado a mi novia–repitió como si tratara de hacer entender a
un niño.
–No
hemos encontrado a nadie.
De
repente, a Dani se le ocurrió una idea.
–Venga
conmigo.
Se
dirigió al Chevrolet, con paso rápido. A esa hora el calor había
atenuado y un aire más agradable se había instaurado en su lugar.
–Su
maleta está en el coche.
Pero
al abrir el maletero encontró únicamente la suya.
–No
lo entiendo, aquí estaba su maleta. La maleta gris de Natalia.
–Mire,
hemos contactado con el hotel de Los Angeles, dicen que usted se
alojó solo. Que no le acompañaba ningún hombre ni ninguna mujer.
Además, hemos revisado los vuelos con los llegó a Los Estados
Unidos y no existe ningún pasajero con el nombre que usted asegura.
No hay ninguna Natalia.
–Ni
hablar, ¿qué dice? Yo he venido con una chica, usted está con
ellos, se
ha puesto de su parte.
El
policía le pidió que él mismo llamase al hotel y Dani así lo
hizo.
Una
voz femenina le respondió. Trató
de mantener la calma y le pidió que le confirmara la reserva.
–Vino
solo– contestó la chica.
Dani
colgó, ahora asustado y sin entender. La pareja de policía tenía
una actitud tajante, como si diera por finalizada la situación.
–Por
favor, márchese del restaurante y no vuelva.
–Váyase
si no quiere que le detenga.
Subió
al coche y arrancó, no porque tuviera intención de marcharse, sino
porque la cercanía con el restaurante no le permitía pensar con
claridad. Era como si le robara la energía. Se detuvo a unos pasos,
y por el retrovisor divisó la silueta de los policías estancados
junto
al parking vacío del local.
Tuvo
la impresión
de que lo trataban como a
una
amenaza y harían guardia hasta que se marchase. Sólo
por precaución.
Miró
el móvil. Las
fotos,
en alguna foto debería aparecer Natalia. Puf, apenas tres fotos del
paseo de la fama y en ninguna salía Natalia. ¿Por qué no
haría
más fotos? Era un viaje, la gente hace fotos en los viajes. Se llevó
las manos a la cara. ¿Dónde estaba Natalia? ¿Y si la habían
matado? ¿Y si traficaban con sus órganos? Una idea tras otra cruzó
su mente. A cuál peor. Era curioso la manera que tiene la
imaginación de dispararse cuando el miedo la invade. Y por
último...¿Y si estaba loco? Un día, en una discusión llevada
al límite Natalia se asustó porque,
según dijo, Dani se inventaba cosas. Y
lo llamó esquizofrénico. Pero
era por su tozudez y su necesidad de control. No porque estuviera
loco. Natalia
no
hablaba en serio aquel
día,
sólo era una discusión. Aunque si Natalia no existía quizás sí
sufría la enfermedad. ¿Natalia no existía? ¿Qué debía hacer?
¿Llamar a casa y preguntar a su madre si Natalia era
real?
El hotel, los de la compañía aérea, la
policía...¿cómo podían compincharse? ¿Y a maleta? Vale, la
maleta era fácil, sólo tenían que abrir el coche. La compañía
aérea debería comprobarlo por sí mismo, pero ¿y el hotel?
¿También estaban con ellos? No podía ser, era
una casualidad muy difícil de cumplirse.
¿Natalia no existía? Y que Natalia no existiera le dio más miedo
que todo lo anterior, quizás no porque él estuviera loco, sino por
el hecho de que de repente, la necesitaba a su lado. ¿Qué es peor?
¿Echar de menos a alguien que ha desaparecido o a alguien irreal?
Tengo
que llamar a casa,
decidió, y
que mis padres piensen lo que quieran.
Si
estoy loco, pues estoy loco, pero tengo que saber si Natalia existe.
Apenas
tenía batería, así que abrió la guantera del coche para buscar el
cargador. No pretendía quedarse a media conversación. ¿Qué le
diría a su madre? No
te asustes, pero quiero saber con quien vine de viaje.
Encontró
el cardador rápido, era persona ordenada. Cerró la guantera con un
golpe seco y entonces, a los pies del asiento del copiloto, vio
restos de arena. Miró el asiento. Una ligera mancha oscurecía el
tapizado. Y al pasar la mano por encima, notó la humedad en los
dedos.
Porque
Natalia, todavía llevaba la ropa mojada.
¡¡¡¡¡Hola!!!!1
ResponderEliminarHe estado desaparecida pero ya he vuelto.
Antes de leer esto me he leído las partes anteriores y me tienes enganchadita, qué intriga por favor.
Estoy deseando saber qué pasa, si Natalia existe o no existe.
Besos y feliz martes.
Hola guapa! ya veo que has vuelto y con fuerza :) qué bien tenerte por aquí otra vez. En principio la historia acaba aquí. Tenía pensado tres partes y la idea era transmitir la duda, y veo que lo he conseguido, jeje con vuestros comentarios he pensado en seguirla, pero creo que si la extiendo romperé con la filosofía de la historia. Un besote guapa, me alegro de que te haya gustado! :)
EliminarME HA ENCANTADO este capítulo...qué tensión!!!!!
ResponderEliminarGenial, de corazón.
Besos!
Mil gracias preciosa!! me alegro de que te haya gustado, un beso enorme de domingo!! :)
EliminarMaría, esperaré hasta el final y te comentaré cuando lo hayas acabado. Supongo que son cinco partes. Un beso.
ResponderEliminarHola Ángeles, gracias por pasarte. La historia la acabaré aquí, tenía pensado que serían tres partes y aunque me he planteado seguirla creo que rompería con la filosofía que tenía en mente desde el principio. Así que la dejo, con el final que se me ocurrió inicialmente. Un besito guapa, feliz domingo.
EliminarHas conseguido sembrar la duda y la expectación en nosotros, María. Confieso que he llegado a dar por cierto que Natalia solo existía en la cabeza del protagonista, pero esas líneas finales... ¡Natalia existe y queremos saber qué le ha pasado! :))
ResponderEliminarMuy bueno, me tienes en ascuas. Espero impaciente la continuación.
¡Un beso, guapa!
jajaja guapa!! Dije que haría tres partes y la acabo aquí. La gracia de la historia era dejar el final abierto, bueno a mí me gustan así. Pensé en seguirla al ver vuestros comentarios, como ya he dicho en alguna respuesta no quiero romper la filosofía que me generé al principio, cuando se me ocurrió.
EliminarUn besote y feliz domingo! :)
¡Qué tensión!
ResponderEliminarMe has metido tanto en la historia que me has puesto nervioso y todo, ja,ja,ja.
¡Muy bueno María! ¿Habrá salido Natalia por la puerta trasera a coger algo del coche?
¿Es todo una confabulación de los americanos? ¿Existe Natalia? No se si has querido dejar el final abierto o esto tiene continuación, en cualquier caso felicidades por haber creado esa atmósfera asfixiante en este capitulo. Un fuerte abrazo.
jajajaja lo acabo aquí. Era la idea original que tenía, así que final abierto y que cada uno piense lo que le más le guste jajaja De hecho he tardado en responder a los comentarios porque estaba pensando en seguirla, pero creo que las cosas deben acabar como se planearon, sino degeneran. Me alegro mucho de que te haya gustado, un besazo enorme! :)
EliminarMe pasa como a Miguel y como ya me pasó la vez anterior: podría terminar así y quedaría muy bien, pero puede continuar y eso ganaremos los que disfrutamos con cada nueva entrega de tu relato.
ResponderEliminarUn beso.
jajaja mil gracias guapísima! La historia acaba aquí, tal como la imaginé. Me alegro de que te haya gustado!! Un besazo enorme :))
EliminarHola María. Dios mío que suspense en este capítulo... ¿habrá sido todo fruto de la mente de Dani, o hay pasa algo raro con los lugareños? Bueno es un final abierto, así que si tengo que elegir, creo que a Dani su cabeza le está jugando una mala pasada. Creo que lo has dejado así para que la gente se haga su propia idea, ¡ya me dirás!
ResponderEliminarEn todo caso ha sido un relato increíblemente entretenido, ágil y lleno de suspense. ¡Me ha encantado!
Un besazo, María.
Guapa!! Sí, he creado un final abierto y veo que tú ya le has dado su propio final :) Me alegro de haber transmitido lo que pretendía, y que te haya gustado. Como ya he dicho antes, he tardado en contestar porque me planteé seguir la historia, pero la ideé así, y no quiero cambiar la idea original que me creé. Un besazo guapísima!!
EliminarPero dónde estará esta chica? Es real o fruto de su imaginación? Necesito más... :D
ResponderEliminarBesos
jajaja mil gracias por tu comentario, este es el final, abierto a más no poder jajajaja besotes!
Eliminar!Que trepidante capitulo!
ResponderEliminarMe encanta la narración llena de suspenso y ansias. Pobre de tu protagonista, está pasando por una situación enloquecedora. Sera real Natalia o simplemente la lleva en su imaginación.
Me quedo con las mismas ansias por el siguiente capitulo.
Un abrazo!
La historia son tres partes, así que éste es el final, me alegro de que te haya gustado! un besazo enorme guapa :)
EliminarEl clima se viene calentando desde el principio y no es solo por el sol californiano.
ResponderEliminarMuy bien descrita la relación entre Dani y Natalia porque va pintando el carácter controlador de él. Creaste un clima de suspenso que crece en cada parte y en la tercera estalla con una revelación inesperada: No hay ninguna Natalia.
El lector comienza a especular si realmente existió en algún momento de su vida y cuando termina por convencerse de que tal vez, pero no ahora, en la frase final aparecen los vestigios de que hubo alguien en el asiento del acompañante.
Creo que ese es el cierre del relato, continuarlo con explicaciones rompería la magia.
¡Muy bueno, María!
Un gran abrazo.
Exacto! Y mira que eres la única que ha hecho hincapié en lo controlador que es Dani, porque además era lo quería remarcar. Veo que no se te han escapado los detalles. La historia acaba aquí, justo por lo que dices, rompería la magia y además la concebí así. Un beso enorme!
EliminarHe venido aquí a ver qué pasaba con Natalia y me he quedado con las ganas. Ahora también me pregunto si Natalia existe o no. En fin, a esperar.
ResponderEliminarUn besote.
Este es el final, lo he dejado un poco abierto. Gracias por pasarte y comentar! un besito Paloma!
Eliminar¡Fantástico, María! Creo que es la última parte y como tal te ha quedado genial. La zozobra por el destino de Natalia o incluso el desasosiego por la realidad de su existencia está transmitida, consiguiendo lo mejor que puede pretender un relato: dejar resonancia. Seguro que de aquí a un año recordaré aquella historia de la chica desaparecida en un viaje... Toda una historia que perfectamente podría pertenecer a la sería de LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA o HISTORIAS DESDE LA CRIPTA. ¡Enhorabuena con entusiasmo! Un abrazo
ResponderEliminarMil gracias David! Acaba aquí, sí. Me alegro de que te haya gustado y de que lo consideres digno de La dimensión desconocida, vaya halago, me has alegrado la tarde :)
EliminarUn besote :)
¿¿Sigue?? Espero que sí, quiero saber qué ha sido de Natalia. Describes de tal forma las escenas que las he llegado a visualizar (la cara aporcelanada del dueño del restaurante, la cutre fregona...). Además, me encantan las reflexiones que invitas a hacer, algunas subyacen al texto y otras no, como "¿Qué es peor? ¿Echar de menos a alguien que ha desaparecido o a alguien irreal?". Difícil respuesta, sin duda.
ResponderEliminar¡Besos, María!
Muchísimas gracias Chelo. Me alegra que te hayan gustado las reflexiones. Es una respuesta difícil sí, yo tampoco sé qué es peor. La historia acaba aquí, porque así la ideé y el final abierto permite eso, que cada uno se cree su propia idea. Un besito guapa!
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