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jueves, 16 de febrero de 2017

Ella



Descubrí a Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma, donde interpretaba a Ann, una princesa que, cansada del ritmo de vida exigente que es obligada a llevar, decide escaparse de casa durante una noche. Sin embargo, la cosa se complica, y acaba durmiendo en casa de Joe Bradley (Gregory Peck, de quien otro día escribiré), un periodista que sólo busca una noticia bomba. Al principio encuentra en Ann su gran oportunidad para vender una buena exclusiva, pero poco a poco los sentimientos van influyendo en ambos. Es lo que tiene un amor imposible, que seduce desde el principio.
Me enamoré de esta película, y por supuesto, de Audrey Hepburn. Me pareció bellísima y natural, con una mirada negra profunda, luciendo un corte de pelo moderno y un vestuario elegante. Y se convirtió en mi referente de estilo y moda. 
Después vi el resto de películas donde ella aparecía. Charada, My fair Lady (mi madre y yo no nos cansamos de verla juntas), Sabrina (la adoro), Robin y Marian, Dos en la carretera, Encuentro en París. Y cómo no, la película que me hizo idolatrarla todavía más: Desayuno con diamantes.
Para mí, que soy una persona cinéfila hasta el aburrimiento, Audrey Hepburn representa el icono de absolutamente todo. Y sé que decir "todo" suena muy ambiguo, pero es la realidad. No sólo se trata de sus dotes interpretativas, también es su presencia. Audrey es la elegancia hecha persona, cuando aparece en escena es capaz de eclipsar todo lo que hay a su alrededor. Incluso Nueva York, París y Roma palidecen a su lado. Hasta ahora, no he sabido de ninguna otra persona capaz de vestir con tanta elegancia y sencillez. En un mundo en el que la juventud resulta tan cotizada que hay quien se desfigura la cara debido al abuso de bótox, ella supo envejecer con naturalidad. Y lo más asombroso, era más bella que la mayoría de actrices sumamente operadas. Y no digo que esté en contra de las operaciones de estética, porque para nada soy opositora, me parece correcto que cada persona elija qué aspecto desea tener. Sólo digo que ella me parecía arrebatadora y bella, muy auténtica.



Audrey Hepburn nació en Bruselas, el 4 de mayo de 1929. Su nombre completo era Audrey Kathleen-Ruston Hepburn, y su infancia estuvo marcada por la Segunda Guerra Mundial. A los veinte años se mudó a Londres donde siguió con sus clases de ballet iniciadas en Bélgica. También se dedicó al teatro, hasta que protagonizó su primera película, Vacaciones en Roma, la cual le otorgó un Oscar como actriz.
Los éxitos vinieron solos. Trabajó con Humphrey Bogart y Billy Wilder, y se convirtió en icono mundial interpretando a Holly Golightly en Desayuno con diamantes.


Desgraciadamente, no todo era un cuento de hadas. Audrey era una persona proclive a la depresión y a la soledad. No era muy asidua a fiestas ni eventos sociales. Ella misma se definió como una persona solitaria e insegura. Se casó dos veces, y tuvo dos hijos. Ningún matrimonio fue idílico, ya que soportó infidelidades. 
Dedicó sus últimos años a cuidar de los más necesitados (otro aspecto que admiro de ella). Sus labores humanitarias en Sudán, Guatemala, Honduras y Vietnam consiguieron que en 1988 fuera nombrada embajadora de UNICEF.



Murió el 24 de enero de 1993, a causa de un cáncer de colón. Yo por entonces tenía 11 años, pero aún no sabía quién era Audrey Hepburn ni lo mucho que llegaría a admirarla.