No
ha visto el charco y se ha manchado el vestido. Ahora el barro en los
bajos provoca una sensación de peso. Al principio se lamenta, pero
enseguida ese sentimiento da paso al mal humor. Además de raído,
ahora el vestido está sucio, y el roce con el suelo provoca un
sonido detestable fris
fris chop chop.
Lo agarra con las manos y lo levanta hasta dejar los botines
descubiertos, pero el vestido parece hecho de plomo. Es como
arrastrar unas cadenas, o quizás es la repentina opresión en el
pecho. Se siente culpable.
No,
qué va, no es culpabilidad, es estrés. Bueno, un poco de
culpabilidad sí que es. ¿Cómo no va a ser culpabilidad? Las
decisiones tomadas no se pueden destruir, y ella, también tiene su
corazoncito.
Adquiere
un paso rápido y al poco consigue llegar a North Point. El maldito
vestido no la deja avanzar. Es como una de esas pesadillas en la que
no te mueves del sitio. ¿Por qué juega así la mente? Odia San
Francisco y sus desniveles. Y odia el vestido, al fin y al cabo, fue
un regalo de Jack cuando se prometieron. Y a Jack ¿lo odia? A veces
sí y a veces no. Pero John...John es diferente.
Un
carro cruza la calle, y ella se detiene con un gesto seco. Casi la
atropellan y el cochero le ha gritado algo que, sea por estrés o por
la culpabilidad que lleva dentro de su cuerpo, no ha conseguido
entender. Era una bronca, eso seguro. El tono de las broncas es
universal. Sin querer, el barro del vestido toca sus pies. Resopla y
se queja para sus adentros, pero enseguida piensa ¿qué
más da?
Ya tiene los zapatos sucios.
Llega
al muelle 16 cuando el reloj marca las nueve. No divisa el barco de
Jack, y le invade otra oleada de pánico. El vestido le oprime el
pecho, esto es ansiedad. Y lo sabe porque a estas alturas cualquier
sentimiento de culpabilidad ha desaparecido.
Pasea
inquieta por la madera del muelle. La niebla no permite una visión
demasiado clara, pero se esfuerza en estar atenta. San Francisco es
así, desnivelada y nebulosa. Y odia a Jack. Con las oportunidades
que tuvo de buscar oro. Ahora vivirían en Utah, o Texas, quizás, en
una casa enorme junto a un estanque. Iría a la iglesia los domingos
con vestidos de bajos impecables y bien cosidos. ¡Sí la viera su
madre! ¡Los bajos raídos! Si tuviera un vestido bonito, se
esforzaría más en no mancharlo. Lo cuidaría.
Se
frota las manos. ¿Cómo lo habrá hecho John? ¿Habrá habido
sangre? ¿Violencia? ¿Habrá lanzado a Jack desde el barco? ¿Lo
habrá echado a los tiburones? ¿Habrá aprovechado mientras duerme?
Pasa las manos por la cara y se la frota ligeramente. Y es en ese
momento que su imaginación la lleva ante John. John y su cara
angulosa. John y su voz ronca. John y sus besos en el callejón. Pero
este momento de debilidad se esfuma pronto. Ahora la ansiedad
revierte cualquier pasión hacia él. Ya tendrán su momento
romántico luego, y tratando de ser práctica, comienza a ingeniar la
actitud de una viuda. Llorará por Jack, y dirá a la señora Smith
lo mucho que echa de menos a su difunto marido.
Pobre
Jack,
dirá, mi
pobre marido, con lo trabajador que era, con lo bueno que fue
conmigo, siempre en alta mar, con lo peligroso que es.
Lo
hacía por mí y por nuestro futuro.
Se
ha metido tanto en el papel que los ojos adquieren una apariencia
vidriosa. Se siente orgullosa de su futura actuación. También
piensa que deberá
guardar el arpón con el que Jack pescaba. Una viuda siempre guarda
esas cosas. Y poco a poco irá desvelando pinceladas de John en su
vida. Si hasta casi es romántico. La pobre viuda que se enamora del
hermano del difunto. En su cabeza hasta parece una novela europea.
Una novela de amor. Amor y muerte. Lo tiene todo.
No
obstante, primero John deberá demostrar su valentía. ¿Y si no ha
sido capaz de matar a Jack?
Joh
no es así. Se comprometió. Lo hará.
Entre
la niebla una silueta se recorta en el horizonte, y aunque no la
percibe con todos sus detalles la reconoce. Es el barco de Jack. Da
dos pasos sobre la madera. Fris
fris chop chop.
Entrelaza
los dedos, como si rezara, y los acerca a la boca. Le parece que pasa
mucho tiempo hasta que el barco llega al muelle.
Un
hombre emerge entre la niebla. Baja del barco efectuando un salto
brusco, poco delicado, o poco cívico, ella no sabe cómo
calificarlo. Siempre ha sido así de bruto. Cuando las botas chocan
contra la madera, ella aletea las pestañas sin saber qué más
hacer. Tiene la sensación de que la sangre ha dejado de circular por
sus venas. Se aclara la garganta, más como un gesto de orgullo. No
puede permitirse perder la compostura.
-Estás
muy blanca, parece que has visto un fantasma.
Se
vuelve y da un par de pasos desorientados. Fris
fris chop chop.
Pasa
los dedos por la cara, quizás así logre pensar con mayor claridad.
-¿Has
venido a buscarme? ¿A qué debo el honor? Nunca lo has hecho.
Fuerza
una sonrisa y mira a su marido a la cara. Trata de actuar como
minutos antes se imaginó haciéndolo como viuda.
-¿Dónde
está John?
La
expresión de Jack apenas se altera. De hecho, se ha encogido
ligeramente de hombros, como si la pregunta fuera superflua. Pero a
ella le parece que sus labios dibujan una expresión burlona.
-¿John?
John está con los peces.
Pues sin las ultimas frases... yo había entendido este final
ResponderEliminarPor eso me gustó!!
Guapaaa, creo que se entendía sí, pero acababa un poco brusco. Ahora un poquito mejor ¿no? Besoteee :))
EliminarMagnífico, María. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro de que te guste :))
EliminarUna se imagina el final, no sé cómo estaba sin las frases que faltaban, pero se lo imagina, quizás porque en su ansiedad también está la del lector, que sabe igual que ella que las refriegas por cuestiones amorosas no siempre acaban como una desea... Un interesante relato de época, María, imagino lo complicado que sería vivir en San Francisco arrastrando los bajos de un vestido por el barro. Un beso, guapísima ;)
ResponderEliminarMuchas gracias guapa, me alegro de que te haya gustado. La primera vez lo publiqué mal, y quedaba un poco brusco. Creo que el peor temor de la protagonista se ha hecho realidad.
EliminarGracias por tu amable comentario, un besito guapa :))
Fantástico María, primero por la ambientación que hace trasladarse a otra ciudad, y a otra época. Me encanta la frase "En su cabeza hasta parece una novela europea".
ResponderEliminarLuego está el barro, que de alguna manera sirve como referencia para situarnos en la acción y a la vez como metáfora?, del plan trazado por la parejita y que irremediablemente va a embarrar del todo la vida de los protagonistas. El final, muy bueno y clarificador. Así que solo me queda felicitarte una vez más, por tu capacidad como escritora y narradora.
Un beso y feliz tarde.
Muchísimas gracias Miguel! A la parejita les ha salido mal el plan jajaja
EliminarNo había pensado en el barro como metáfora pero sí como un inconveniente añadido, todo le sale mal a esta chica, pero ella se lo ha buscado jejeje
Me alegro de que te haya gustado.
Un besito y feliz noche :))
¡Hola María! No sé exactamente que te ha pasado con el relato, pero a mí así me encanta. Me ha gustado como has utilizado el tema del vestido embarrado como si fuera un símil de la vida dela protagonista. Algo nos indicaba de alguna manera que las cosas no iban a salir bien para la pareja. y Jack ¿se quedará tan tranquilo sabiendo que su mujer quería matarle? ¿o le hará la vida imposible a partir de ahora? El posible futuro para ella nos deja con un nudo en la garganta.
ResponderEliminarGenial como siempre, María, tu manera de enganchar y de narrar.
Besotes guapa.
Guapa!! Lo copié mal del word y lo pegué sin el final!! Me faltaban una líneas, así que lo eliminé. Un lapsus enorme, vamos jajaj pero bueno ahora ya está entero.
EliminarSi yo fuera Jack no estaría muy tranquilo, aunque no parece tener un corazón más noble que los otros dos.
Mil gracias por el comentario guapa
Un besote :))
Muy buen relato, María. A veces las cosas no salen como una se lo espera, pero hay que saber controlar los nervios y la decepción y no hacer preguntas indiscretas. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias Rosa, desde luego que por muy tensa que sea la situación hay que saber controlarse.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, un besito y buenas noches :))
¡Hola María!
ResponderEliminarEn cuanto a la metáfora del vestido que se mancha con el barro (culpabilidad) y le va pesando y comprimiendo como si arrastrase las cadenas de su propia condena, me ha resultado muy interesante desde el punto de vista narrativo.
Es tan acuciante la ansiedad de la protagonista, que nos mantiene en alerta pensando que no le van a ir muy bien las cosas, hasta que finalmente lo comprobamos.
Me ha encantado descubrir tu blog y disfrutar de esta lectura.
Un abrazo.
Hola Estrella! Bienvenida al blog, muchas gracias por pasarte y comentar.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, ahora mismo me paso por el tuyo!
Un besito y feliz noche :)
No sabría decir quién de los tres tiene más sangre fría, aunque ella crea que la suya ha dejado de circular por sus venas y eso que aún no sabía que Johh estaba con los peces.
ResponderEliminarEstupendo relato, María, muy bien narrado y creando la tensión necesaria hasta el final.
Un beso, frisfris chopchop ;-)
Jajaja siiii frisfris chopchop, eso es que el vestido está sucio de verdad. Da un poco de asquito y todo.
EliminarEs cierto, yo tampoco sé quién de los tres es peor.
Muchas gracias guapa! Un besazo :*
Uff María qué final! Con esa niebla y el barco.. me ha gustado como describes cada movimiento, cada sonido, me has descrito una escena de una película, con los dos personajes enfrentados por un amor.
ResponderEliminarEnhorabuena guapa, tus relatos se leen muy bien.
Una abraçada forta.
Xus! Mil gracias! Me alegro mucho de que lo hayas encontrado tan visual y de que te haya gustado. Los amores enfrentados siempre acaban mal para alguien, y en este caso para los tres.
EliminarNanit maca! Petonets :*
Qué relato más bueno María, y ese final... bueno, ¿qué esperaba? No sé si alegrarme o no, porque toda la familia en sí es bastante violenta, pero bueno, en el caso de ella lo tenía todo planeado, hasta el tiempo de luto, qué cruel.
ResponderEliminarA medida que leía me iba adentrando en la historia y visualizaba perfectamente a la protagonista y ese fris fris chop chop, que me ha representado el desasosiego que iba acechándola.
A ver que pasa ahora, ;)
Un beso, y feliz fin de semana.
Muchas gracias Irene por tus palabras! Me alegro de que te haya gustado. Como dices, una familia muy violenta, a cual peor!
Eliminar:)) un besito!
Hola, Maria
ResponderEliminarMe dejastes boquiabierta con el suspenso elaborado en tu relato. Es tan verosímil la narración que me transportaste de la mano de la protagonista a esa época. El sonido del fris fris chop chop me mantuvo enganchada, curiosa por llegar hasta el final. Nos dejas en suspenso, Maria y de los buenos. Creo que esta historia te da para mucho más.
Abrazo
Muchas gracias guapísima! Me alegro de que te guste! Besitos :)
EliminarMuy bien trabajado el clima de suspenso. Además el relato es muy visual, con la descripción de los gestos de ella, los detalles del vestido, del barro. Se lee de un tirón hasta el final por la necesidad de aclarar la incertidumbre de quién aparecerá entre la niebla del muelle.
ResponderEliminarComo es un texto de otra época me chocó un poco la palabra estrés, muy de nuestros tiempos.
¡Me gustó mucho, María!
Besazos.
Guapa! Es cierto, quizás otra palabra hubiera sido más adecuada para la época, estrés suena demasiado a ciudad actual! Un besito :*
EliminarPobrecilla, hasta me ha dado pena tu protagonista a pesar de ser una arpía. Además del susto de ver a su marido llegar al muelle, la imagino muy preocupada por averiguar hasta qué punto él conocía sus planes y cómo es, exactamente, que John acabó con los peces. ¿Un accidente fortuito quizás? Ufff por nada del mundo querría quedarme a solas con él...
ResponderEliminarUn relato genial, María. Además lo cuentas de una manera muy original, dándonos piezas para que nosotros compongamos el puzle completo. ¡Me ha encantado!
Un beso de finde, guapa.
Jajajaja pobrecita no sé yo, la prota ha sido el cazador cazado.
EliminarMe algro mucho de que te haya gustado, un besote guapa! :)
A tu protagonista le ha salido el tiro por la culata, con lo bien maquinado que lo tenía todo, y luego ya no le sirve ni su futura actuación de dolorida viuda. Me ha encantado el relato desde su principio, en el qué me imagino con el vestido y con esa sensación de fastidio por ese "fris fris chop chop" que provoca.
ResponderEliminarMuy bien logrado el suspense, María. Felicidades.
Un beso guapa.
Muchísimas gracias guapísima! Todas las ideas y planificaciones a la basura, parece que Jack es más listo de lo que se imaginaba :)
EliminarUn besote guapa!
Hola,
ResponderEliminarIncluso se Le podría decir que lo que lo quería pero esos momentos malos hacían que lo quisiera matar pero encarga el quitarse la pesadez o el alivio sin ensuciarse las manos como dama que es y algo ambiciosa. Por no decir mucho jeje! Las onomatopeyas, sin duda han ambientado y metido de lleno, pero el primer párrafo es sobre todo el más atrapante. Sin duda logra incitar a seguir leyendo. Me ha gustado mucho.
Jaja siii es muy señorita! Planea un asesinato pero que lo haga otro. Muy bien visto jaja
EliminarMe alegro de que te haya gustado guapa! Un besito y feliz noche :))
Un relato genial, María. Aparte de lo general en cuanto al tono o la trama, quiero destacar cosas más nímias pero que demuestran lo madura que es tu narrativa. Primero por los nombres, John y Jack, cortos pero a su manera antónimos, como el yin y el yan. De esa manera consigues que el lector tenga muy claro desde el principio quien es quien. Luego la reiteración del nombre de John para demostrar la obsesión de ella por su cuñado. Por no hablar del vestido como una metáfora de los sueños rotos y ambiciones frustradas.
ResponderEliminarPor los comentarios no sé que pasó con el final. La verdad es que se entiende quién regresa desde unas líneas antes de terminar. Un fuerte abrazo!
Ohh David, mil gracias por tus palabras! Me alegro de que te haya gustado y hayas visto todas esas cosas, tú que escribes tan bien! :))
EliminarUn besito :))