La
hija de los Santana toca el piano de una forma tan espontánea que
parece que haya recibido clases durante toda la vida. En realidad,
sólo hace seis meses que va al conservatorio, y sus padres, Miguel y
Marina, le han regalado un piano que han instalado en el centro del
salón para que la niña pueda practicar siempre que lo necesite.
Antes, mientras cenábamos, he examinado el piano; es ancho, de un
marrón reluciente, refinado, más adecuado para un adulto que para
una niña como la hija de los Santana. Ahora Sofía, así se llama la
niña, reproduce la sinfonía número 21 de Mozart frente a ocho
personas. Se la ha aprendido de memoria, y no puedo decir que lo haga
mal, sus seguridades no flaquean, sus gestos refinados y precisos
transmiten gran confianza en sí misma. Posiciona los dedos
delicadamente, a veces parecen flotar, y acaricia las teclas blancas
como si fueran algo quebradizo, las presiona con elegancia mientras
se pone seria, casi enfurruñada, porque, a su juicio, así la
concentración se incrementa y la evita de recibir descuidos
perjudiciales. Pero a mí, esta exagerada dedicación me hace sufrir,
pienso que quizás centraliza tanto los sentidos que llegará un
punto en que enloquecerá y no volverá al mundo real.
En
cambio, a sus padres eso les parece natural porque, según dicen,
tiene una aptitud innata, con un talante clásico y a la vez moderno
que la hace excepcional. Sofía sólo tiene trece años, pero el
cuerpo crecido y la ropa que ha elegido la hacen aparentar más edad
de la que en realidad tiene. Cuando concluye la sinfonía se levanta
de la butaca, los zapatos de charol hacen clic clic, y mueve la
cabeza realizando una reverencia como si se encontrara en un
concierto real. Pero en su casa sólo nos encontramos dos familias,
que, para hacerla feliz, aplaudimos con entusiasmo. Sí, yo también
aplaudo, aunque la circunstancia me parece irrazonable.
Los
Santana son amigos de Carlos desde hace años, y a mi madre le caen
bien. A mí, en cambio, me dejan fría. Me parecen los perfectos
burgueses, clasistas, con un expediente familiar impecable cargado de
empresarios, hombres de negocio, de emprendedores, de mujeres
refinadas y exquisitas con una desmesurada intuición de protocolo,
en fin, una familia homogénea donde todos corren en la misma
dirección. Pero resulta evidente que Carlos admira todos esos
atributos. Miguel es su arquetipo de la perfección, lo sé por cómo
lo mira. Y mi madre, ya conocía la ambición de Carlos cuando se
casó con él.
Evidentemente,
los Santana tienen un piso encantador. Es un ático espacioso, con
excelentes vistas a la Diagonal. A mi madre le gustan los muebles
italianos y el chaise longe de 10.000 euros. Sin embargo, a mí el
piso me parece gélido, como si allí no viviera nadie. De hecho, mis
hermanos no se atreven a moverse, como si les preocupa estorbar. Los
niños no han dejado de mirar la hija de los Santana, sentada frente
de mí, con el vestidito azul cielo y el pelo recogido en una cola
larga bien peinada. De pronto Carlos elogia a la niña, felicita su
capacidad para la música y la carita de santa que tiene, y enseguida
Miguel opina que los gemelos son muy vivarachos para la edad que
tienen. Pienso que el trueque de halagos suena un poco irrisorio, y
no es porque a mí Miguel ni siquiera me mire, sino porque me parece
falso y basta. Es normal que Miguel experimente más respeto por los
gemelos que para mí, todo el mundo sabe que Carlos no es mi padre,
que soy fruto de un resbalón que Alicia, mi madre, tuvo cuando aún
era adolescente. Los gemelos, en cambio, son la viva imagen de él,
sólo tienen siete años, pero ya empiezan a planear fechorías. Se
llaman Alejandro y Marc.
Toda una escena familiar con, me parece, muchos asuntos bajo la alfombra. Saludos!
ResponderEliminarSí, eso parece, la típica bola de nieve que se va haciendo grande 😅
EliminarUn saludo :)
UFFF, CONCENTRACIÓN INCREMENTADA POR ENFURRUÑAMIENTO, JAJA ME GUSTO. SALUDOS
ResponderEliminarJajaja no es para menos, si yo perdiera mi noche por hacer ese paripé en casa de esos snobs también me enfurruñaría jajajaj
EliminarMuchas gracias por tu comentario :)
Qué incómoda me siento yo con gente tan encorsetada! Jajaja
ResponderEliminarUn besazo!
Aiixxx y yo! Además esta gente que siempre está obsesionada en aparentar y quedar bien puuff
EliminarUn besito guapa! :))
una escena familiar....que esconde una historia detrás....es de tu autoria?
ResponderEliminarBesitoss
Sí, sí, la historia es mía
EliminarMuchas gracias por el comentario :)
¡Hola Maria!:)
ResponderEliminar¡Cuánta realidad hay en tu relato!
Postureo y apariencias en un círculo familiar que esconde sus 'trapos sucios'..
¡Enhorabuena!
Saluditoss :D
Muchas gracias Gema! Me alegro de que te guste!
EliminarGracias por comentar :))
Tu historia suena tan creíble como si fuera cierta al cien por cien, María. Lo sea o no, resulta amena y nos deja con ganas de saber más...
ResponderEliminar¡Un beso y feliz miércoles!
Muchísimas gracias Julia, tus comentarios siempre son muy positivos 😊
EliminarUn besito y feliz jueves!
Me ha gustado mucho María, me parece un relato muy descriptivo de un sector de nuestra sociedad. El postrero siempre será lo mismo, lo mires donde lo mires. Y el punto de vista de la protagonista me ha gustad mucho. Un saludo! ; )
ResponderEliminarExacto Ramón, hay demasiada gente obsesionada con el postureo y las apariencias. Muchad gracias por pasarte y comentar :)
EliminarUn saludo :))
Una escena familiar con mucho donde analizar, sí señor. Falsas apariencias, niños utilizados para satisfacer nuestro propio ego, un encorsetamiento que no deja respirar..., en fin un relato muy bueno y muy gráfico de cómo actúa muchas familias en la actualidad.
ResponderEliminarEnhorabuena María, un abrazo.
Muchas gracias guapa! Me alegro de que te haya gustado! Es cierto que hay muchas familias encorsetadas que solo consiguen crear hijos más encorsetados todavía y caprichosos.
EliminarUn besito y gracias por tu comentario :)
¡Muy realista! La verdad es que hay tantas familias así... Me ha encantado,María.
ResponderEliminarUn besazo!
Muchas gracias Mia! Me alegro de que te guste, un besito guapa y feçiz jueves que se acaba :))
EliminarUna escena familiar que, en parecidos términos, seguro se repite a diario. Has conseguido una atmósfera realista con una historia relatada en términos muy críticos. Dejas muchas interrogantes a las que estoy seguro que muchos de nosotros nos gustaría darles continuidad, anímate! Estupendo relato María.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, eres muy amable con tus comentarios. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn besito y feliz sábado :)
En una simple cena familiar, con una niña tocando el piano, la que observa dice más cosas de sí misma y del entorno de lo que parece. Me gustaría saber qué piensa Sofía de la chica que la está mirando. Buen relato. Es mi primera vez por acá, me quedo a seguirte y volveré pronto a seguir leyendo.
ResponderEliminar¡Saludos!
Bienvenida! Tienes razón, la visión de la niña debe de ser muy diferente que la de la protagonista. El mundo es enorme y diverso, y cada uno es como es :)
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y leerme.
Un besito, y feliz domingo :)
bonjour et bonne soirée / il manque le traducteur dans votre blog
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